09 abril 2009

Memorias de Pasión


Después de librarme de caer al suelo nos vimos muchos más días, claro que sí, nos veíamos casi a todas horas: en clase, en el comedor, en el paseo, en el puerto, en el mercado, en la biblioteca, en la farmacia....por todas partes. Más de una vez he pensado en que tal vez me seguías, pues no lo sé, pero supongo que eso es algo lícito que puede o que debe hacer un chico cuando le gusta una chica, pero es que yo, con mis 22 era de una ingenuidad suficiente como para pensar que era pura casualidad y que vivíamos en un pueblo pesquero demasiado pequeño como para no coincidir en todas partes.
Además te limitabas a mirarme. En clase, incluso, en vez de hablarme me dabas notitas: ¿almorzamos juntos?, ¿tienes tal libro?, ¿quieres cual otro?, ¿necesitas mi ayuda con este fortachón?....etc.... y me hacías reir con tu comportamiento tan tímido, aunque algún tiempo después descubrí que la timidez en ti es algo que utilizas magistralmente a tu conveniencia, pero claro, para eso tenía que pasar algo más de tiempo, teníamos que acercarnos más.......y ahí fue, acercándome a ti o dejando que te acercaras a mí donde....empieza la memoria de mi pasión.

Hasta entonces y durante todo el último curso de la Facultad fuiste casi como un espectro que está pero que no actúa, no hace nada, solo me cuida, me sonríe, me mira.....Me sentía protegida, bien.
Pero aquella tarde que te decidiste a tener una conversación larga conmigo.....no sé que pasó, ¿te instalaste en el disco duro de mi cerebro?. Estoy segura de que fue tu voz, con su timbre y su musicalidad la que lo cambió todo y pasaste de ser un admirador más a ser el dueño de mis pensamientos.

Se había terminado la Universidad, yo tenía un mes entero de vacaciones hasta empezar mis prácticas en un colegio que me diera acceso a obtener mi C.A.P. y tú no sabía lo que harías al final, pero aquella tarde me pusiste al corriente de tus proyectos y ambiciones más cercanas. Tu familia tenía negocios en el pueblo y debías hacerte cargo de ellos y así me lo contaste cuando me encontraste...¿por casualidad? sentada en el espigón, mirando al horizonte y mojándome los pies en aquellas rocas junto al muelle. Hablamos tanto......de tantas cosas......tan intensamente........Creo que nos empachamos de palabras bonitas, de sueños, de proyectos, de ilusión.......mientras se tejía sutilmente una maraña de algo distinto, raro y atípico para mí que debí confundir con amor....o tal vez el amor es así solo que no es eterno....Allí me lo pareció y me comprometí a escribirte cada semana, que a ti te pareció poco y entonces lo reduje a cada día, algo que ya te pareció mejor. Te escribiría porque las prácticas las solicité a muchos kilómetros de distancia para salir un poco del mismo ambiente que había llevado toda la vida....Necesitaba cambiar de aires y así lo hice, cambié de aires y te escribí cada día mientras que tú me llamabas cada cinco minutos, era más rápido y más cómodo.
Cuando volví apenas te conocía, convertido en toda una celebridad en el pueblo, aunque eso a mí me importaba mas bien poco viendo tu carita de ilusión al volver a verme y tu recibimiento nunca lo olvidaré, lo llevo clavado en el alma como una espina que no pudiera quitar jamás de un corazón que vivió por y para ti desde el día que me empachaste de conversación y que te aseguraste de insertar bien insertado el eco de tu voz en donde quiera que siga guardado dentro de mí.

Como gerente del hotel más cautivador de varios kilómetros a la redonda, preparaste la mejor suite para nosotros, era como un apartamento, tenía hasta mini-cocina y allí empezaríamos a compartir lo que sigue siendo para mí el segundo día más feliz de toda mi vida, solo desbancado por el nacimiento de Rebeca, nuestra hija.
En las memorias de mi pasión ya siempre será así, otra cosa muy distinta es que los bellos sueños hechos realidad duren eternamente....esa ya.....es otra historia, otra memoria....

Hasta donde mi memoria de pasión alcanza empezó a ir todo demasiado aprisa, un vendaval que tiraba de mí con fuerza, que me enseñó muchas cosas, sobre todo a tratar con las personas y a distraerme mientras ocho y hasta diez horas diaria me las pasaba encerrada en aquella suite estudiando para sacar una plaza cercana. Aquella suite sería como el torreón donde escondías celosamente a tu Princesa, o eso decías. Cada vez que podías te escapabas a verme, a contemplarme mientras estudiaba como una posesa, a distraerme, como yo te decía, pero tú eres así, impulsivo, zalamero y fantasioso. Yo, impaciente, curiosa, zalamera y realista.....éramos la pareja perfecta.