09 marzo 2010

El viaje de Vera


Por fin había llegado a su destino. Cansancio, dolor por todo el cuerpo. Demasiadas horas de carretera y su manía de no querer parar porque la noche no le pillara desprevenida. Un último atasco para entrar en la ciudad y todo había quedado atrás. Su prisa por llegar tenía mucho que ver con una huída, pero claro, ella jamás lo reconocería, por supuesto.

La ciudad dormitaba medio en silencio, apenas se escuchaba alguna que otra voz a lo lejos, risas, parejitas en alguna esquina oscura con sus arrumacos y lo más penetrante de todo era un pitido sutil que sin duda provenía de la vía del tren que tantas veces cruzara de niña como un juego pero con mucho respeto, con la máxima atención a la barrera que la separaba de casa de tía Dérmil...¡Cuántos recuerdos¡

La maleta era demasiado pesada y Vera se encontraba algo debilitada por la falta de alimento durante todo el viaje, muchas horas sin comer y solo un litro y medio de agua en el estómago, aquello no era fundamento, no, no era un buen principio, de modo que recapacitó por una vez y se adentró en el viejo Polly, la tasca donde fuera a comer “rabas” la primera vez con los papás de su amiguito Edorta y con Edorta mismo.

Nada más entrar y sentir aquel calor, aquel aroma y aquellas vistas reconfortantes, se sintió de nuevo niña, oía su propia voz revoloteando por el local detrás de su amigo Edorta y de sus risas, hasta que una voz familiar la sacó de su ensimismamiento:

-Enéeeeeeeee, pero si eres tú, ¡la peke¡, Karmele, que es la peke¡, de verdad. Un abrazo, niñita.Cuéntanos, ¿y los aitás?, ¿vienes sola?, ¿cómo tú por aquí, remolona, que hace años ¡que no vienes a vernos¡?

Automáticamente Idoia se encargó de que Vera cenara como una reina y charlaron tranquilamente de todas esas cosas que charlan las mujeres cuando se reencuentran después de tanto tiempo, máxime cuando una de ellas ha vigilado y cuidado de la otra como de una hija propia, con la que compartía juegos de niñas.

Pero la amargura de Idoia, de pronto, afloró, y Vera no fue capaz de evitarlo, tenía que saberlo, sentía, en parte, que le correspondía saber, averiguar, qué pasó y nadie mejor que su madre y amiga para informarla.

-Si, hija, si, a Edorta me lo marearon con sus ideas, me lo robaron de mis alas, se lo llevaron bien lejos, al trópico, y cuando regresó ya no era mi hijo, pero yo siempre luché por recuperarlo, siempre, siempre, siempre.....hasta que un día, me pareció ver en sus ojos que mis palabras de amor y ternura corrían su tupido velo y entonces, me cogió de un brazo y me dijo....”ama, ahora vuelvo...., queda tranquila que voy a arreglar “esto”....pero ya no volvió, hija mía, solo me devolvieron su cuerpo, un cuerpo marchito que yo tuve que entregar a la Madre Tierra con todo el dolor de mi corazón. Hoy hace un mes.

Vera quedó muy abatida y como pudo se disculpó, estaba muy cansada en realidad para seguir charlando y saciada su curiosidad inicial y sus sospechas eternas, consideró más oportuno subir a casa a dormir.

Como era de esperar, Idoia le ofreció sábanas limpias, toallas, leche y agua –por si no había-, como hiciera una segunda madre amorosa que no es biológica, pero madre al fin y al cabo. Muy triste, casi llorosa y apesadumbrada llegó al piso donde viviera con sus padres haría unos....¿veintitantos años?, o más. Le sorprendió la facilidad con la que abrió la puerta, como si alguien desde dentro le ayudara. Al entrar, miró a un lado y a otro e incluso detrás de la puerta, por si existía una mínima oportunidad de que alguien le hubiera querido gastar una broma o una sorpresa, porque la puerta se abrió con demasiada facilidad. Conectó el automático de la luz, que funcionaba perfectamente en cuanto a suministro de corriente eléctrica en la casa, aunque, lo que no parecían ir tan bien eran las bombillas, que se encendían o apagaban justo a la contraorden de Vera, es decir: que ella encendía, la luz no encendía, que ella apagaba, la luz se encendía. Tal vez el enchufe estuviera, simplemente, del revés o permutados los polos de la corriente o de las llaves o de las conexiones, pero lo encontró normal, así que, se adentró hasta la cocina pasando por delante de un cuadro de cuerpo entero al que ni miró. Conocía aquel cuadro, había estado ahí toda la vida, pero con el rabillo del ojo y al cruzar, le llegó un flash mental: “Esa no soy yo.....” y entonces si que volvió al cuadro. Volvió a mirarlo, se enfrentó de cara con aquella imagen que reconoció al instante. Una figura blanca que en vida siempre vestía de oscuro....

Sería el cansancio que tenía encima. Lo mejor que podía hacer era irse a la cama. La preparó en un santiamén pero justo cuando se disponía a tumbarse en ella, una corriente de aire abrió el balcón de la habitación, lo que le obligó a cerrarlo de un golpe por que....abrirse, se había abierto muy fácil, qué fuerza tiene por aquí el viento, pero ya cerrarlo le iba a resultar algo más difícil.

Mientras Vera se debatía en un pulso con el portón, pudo ver a través del cristal dos cosas, primero y exteriormente, que llegaba una tormenta y de las furiosas, cientos de rayos se dibujaban aún sin sonido en el cielo oscuro y a cada claridad le parecía ver una carita familiar y dolida que estaría…¿dónde?, ¿tal vez detrás de ella?

Con un par de ovarios se volvió a mirar, pero no, no vio a nadie, aunque alguien había deshecho completamente la cama que ella había preparado con sus sábanas, su manta y su almohada hacía escasos minutos. Todo estaba arrojado en el suelo por lo

que a Vera ya no le cabía ninguna duda de lo que allí estaba viviendo en aquel preciso instante. Tia Dérmil le había hablado largo y tendido sobre las almas que buscan la luz cuando mueren violentamente sin esperarlo, de modo que se hacía necesario más coraje y preguntar. Y preguntó, en voz alta y clara:

-Alma sin luz, dime quien eres¡

El silencio lo envolvió todo por un momento y únicamente lo quebró el primer trueno de la tormenta que se iniciaba a su espalda, tras el balcón, que volvió a abrirse impulsado por una fuerza extraña.

Vera sintió un tremendo escalofrío que dominaba su cuerpo. Empezó a temblar como una hoja. Nunca había sido demasiado fuerte para aquellos temas que tía Dérmill contaba cuando ella era una niña y llegaba la hora de comer, sobre todo arroz blanco caldoso. Lo recordaba perfectamente, durante años fue como un ritual y en parte tal vez solo por aquel detalle no soportó nunca el arroz blanco caldoso, porque atraían a su memoria historias de espíritus, ¡qué tontería¡, ¿por qué no podía tía Dérmill contar historias de la vida y no de la muerte?.

Se cambiaría de cuarto, si, eso haría. Recogió las sábanas, la manta y la almohada del suelo y sin tocar nada más cerró aquella habitación y salió de allí escuchando los latidos de su propio corazón en el silencio de la noche.

Dejó su “petate” en la habitación pequeña, que estaba enfrente de la que terminara de cerrar dejando allí aquella especie de “ poltergueist” o lo que fuera aquello, tampoco es que le interesara demasiado, una cosa es padecer desde niña historias contadas de espíritus y otra muy distinta que investigara más. Ya había preguntado, ¿no?, como siempre decía tía Dermill que había que hacer y, respuesta no obtuvo, de modo que pensó en ocuparse de su sueño y de su descanso, que era lo único que le apetecía en realidad.

Antes de preparar la cama pequeña, aunque para ella sola era más que suficiente, fue a la cocina a oscuras. Quería beber algo, aunque fuera leche o agua, ya que no disponía de más. Abrió la nevera, donde había dejado el brik de leche que Idoia le facilitara unas horas antes y....para su sorpresa encontró un pedazo enorme de tarta de manzana, su favorita. Juraría que cuando dejó la leche no estaba, o no la vio....Además, seguro que estaba mala, a saber el tiempo que llevaba allí, o puede también que Idoia quisiera sorprenderla con aquel bonito gesto, pero no, porque Idoia no sabía que ella venía a la ciudad. ¿Quién pondría aquella porción de tarta allí?, era todo un misterio, sin duda. La tarta tenía una pinta estupenda. Daría solo un bocadito y si estaba mala, con escupirla, un trago de leche y listo. Desde luego parecía fresca, jugosa, deliciosa.La sacó de la nevera y buscó una cuchara. Todavía recordaba donde se encontraba cada cosa en la cocina y en toda la casa, aunque no había muchas cosas: un par de camas, un sofá, un reloj de pared, una mesa de comedor con media docena de sillas y otra en la cocina, donde se sentó tranquila a degustar su tarta.

Deliciosa....¿para qué se iba a preguntar nada más?, se la comió y después un vaso de leche, a ver si por fin podía dormir algo.

El reloj de pared empezó a hacer sonar sus campanadas, ¿qué hora sería ya?. No podía ser, ¡las campanadas pasaban de doce¡ Eso es que había contado mal, pero no, si lo gracioso es que sonara, ¿quién le daba cuerda, si allí no vivía nadie?, estaría estropeado, o peor aún, en el caso de que los relojes pudieran volverse locos, aquel lo estaba ya, sin remedio y ella terminaría loca también si no conseguía parar aquellas campanadas que seguían y seguían sonando en toda la casa.

Un tanto histérica ya –para qué vamos a negarlo- deseosa de dormir, algo tan sencillo y simple como dormir pero que cada vez que se lo proponía sucedía algo que se lo impedía- se dirigió al salón a parar el reloj. No tenía ni idea de cómo hacerlo, además no funcionaba la lámpara, ¡qué bien¡, menos mal que por los dos balcones que a cada lado de la imperial chimenea se erigían entraba algo de luz. Intentaría parar el péndulo con la mano, a ver si así el reloj silenciaba. Bueno, ya está, silencio otra vez, ¡A dormir¡.

En un periquete se hizo la cama pequeña, se quitó el pantalón y durmió con camiseta, por lo menos se acostó con ella, eso de dormir parecía que iba a resultarle imposible porque nada más rozar la suave y olorosa almohada un llanto imperceptible apareció en aquel silencio que ya no se rompía ni por la tormenta que parecía haber pasado. Su instinto, su costumbre o lo que quiera que fuese, le hizo pensar en alguien en concreto, solo que.....había llegado sola a la ciudad, no era quien pensó. A levantarse toca e inspeccionar la casa porque cada vez se oía mejor el llanto aunque no tenía muy claro de dónde procedía: del salón comedor, no; de la cocina, no; del cuarto de baño, no. Miraría en la otra habitación, en la de los fenómenos extraños, ¡qué remedio¡, aquello era un llanto y su sensibilidad no le permitía taponarse los oídos, tampoco tenía tapones, así que, abrió la puerta y se lo encontró todo, absolutamente todo en orden, incluso el balcón cerrado. Ya por curiosidad se acercó a él (al balcón) y efectivamente, como había pensado, era incapaz de abrirlo, estaba atorado, la madera reseca y el picaporte clavado en el marco, imposible de abrir por ella, lo de que se hubiera abierto un par de veces hacía unas horas era fruto del sueño que tenía encima, había visto visiones porque estaba muerta de sueño, si ya lo sabía de sobra pero...¡ lo difícil que le resultaba dormir¡

Escuchó de nuevo. Parecía que todo estaba en calma. Salió de la habitación de los efectos raros al centro del pasillo, un pasillo cuadrado alrededor del cual se repartían las estancias de la vivienda. En una de las paredes cercanas al cuadro de la entrada había un tresillo, un módulo de dos sillones, lo justo para sentarse. Intentaría dormir ahí aunque fuera, dado que las camas de la casa le hacían oír cosas rarísimas.

Se sentó y se acomodó. Acurrucada en aquel sillón sus ojos de color miel se cerraron solos y en cuanto empezó a respirar se empezó a sumergir en el más rico de los sueños hasta que pudo localizar el sonido del llanto, que empezó de nuevo. Procedía del ¡¡¡¡CUADRO¡¡¡. Sus ojos se volvieron a abrir como platos, no lo creía pero lo estaba escuchando, detrás o dentro del cuadro alguien lloraba, pero… ¿quién puede hacer eso?.

Sus piernas empezaron a temblar y el corazón a latir más y más fuerte. Lo tenía justo a su lado y con el rabillo del ojo no veía nada, por la perspectiva, ojos y cuadro estaban en la misma línea, imposible ver nada a menos que se pusiera en otro ángulo ¿lo hará?, ¿lo harías TÚ?

Transcurrió algo de tiempo hasta que Vera decidió mover un pie, no sabía muy bien para qué, tal vez necesitaba estirarlo, sin más. El caso es que después del pie ya se envalentonó a mover las manos también, aunque solo fuera para secarse el sudor frío que recorría su frente e intentar aplacar con la palma de sus manos aquel ritmo cardíaco que le aceleraba el corazón. Nada ni nadie le obligaba a asomarse al cuadro, excepto una voz interior que clamaba.....¡TÓCAME¡. Una sensación extraña se apoderó de ella.

Poco a poco el corazón se calmó, los músculos de la cara se relajaron, el sudor desapareció y sin saber cómo su cuerpo se movió por fin entero, nada de por partes, al unísono, girando los noventa grados necesarios para situarse frente al cuadro y poder ver al fin. Ya no sentía miedo, sino curiosidad, ya no estaba nerviosa, sino alerta, expectante, intrigada, valerosa, ajena a todo lo que no fuera encontrar una respuesta a su pregunta, ¿quién llora en mi casa?.

El cuadro le ofreció una imagen cambiante y distinta de la realidad. Para empezar aquello no era su cuadro de siempre, ella de joven con su amigo y su casa de campo de fondo. No. Ya no era su casa, sino un caserío abandonado, más aún que aquel viejo piso de los Pladura y al fondo podía ver una ventana con vistas a la vía de un ferrocarril nada extraño. Pero en el cuadro era como si ella no estuviera, o no existiera, o que aquello ya no fuera un cuadro, sino un espejo de su mente. Y el llanto persistía y por la ventana que podía ver entraba algo de brisa, una brisa que llegaba hasta ella con olor a tierra mojada.

Se acercó un poco más y la curiosidad humana, siempre tan persistente, le hizo tocar el cuadro, aunque....no tocó nada excepto el lienzo y aire, el ambiente del otro lado. Y si su mano traspasaba el cuadro, aquello significaba que sus piernas podrían traspasarlo también. Lo intentaría, total, ya no se sentía ella misma, sino una Holmes de un expediente X o cuanto menos, rara.

Efectivamente, así fue, apenas saltar un escalón y aquello en vez de cuadro, se había convertido en una puerta que atravesó justo en el instante en que un conocido reloj empezaba a dejar sonar de nuevo sus campanadas. En un principio pensó que fuera el reloj del salón, pero no, se asomó y el piso estaba en total calma, donde parecía haber movimiento de trenes y de sonidos variados era dentro del cuadro, o detrás de aquella puerta, no sabía muy bien cómo llamarlo. Y un olor a tarta de manzana recién hecha que le hizo buscar con sus ojos entre la penumbra para localizar un horno antiguo, como aquel que recordaba de niña, totalmente de chapa. Había que utilizar un gancho para retirar los quemadores o abrir la puerta donde su abuela horneaba pan, galletas, bollos y tarta de manzana, ¡claro¡, de allí procedía su preferencia por la tarta de manzana.

Sin saber muy bien de donde, apareció una silueta de hombre que poco a poco se fue tornando en su amigo Edorta, que acudía presuroso al horno a retirar la tarta. Le faltaba un pedazo, curiosamente podría ser el que ¿ella se comiera un instante antes?, pero Edorta, o no se dio cuenta, o poco le importaba o simplemente lo sabía. Lo cierto es que pasó de largo ante ella, como si no la hubiera visto, además, qué tontería, Edorta estaba muerto, o su madre así lo creía, porque de otro modo, ¿cómo se comprende la explicación en la tasca?. Tampoco era normal el modo y manera de entrar ella misma allí, o sea que, dedujo estar viviendo un sueño o algo similar, no podía ser otra cosa y ya que había llegado hasta allí, anulado su sueño por completo y adoptado la actitud de una Holmes de novela, no se perdería detalle.

Una voz desde el exterior pareció asustar a Edorta. Sus reflejos se convirtieron en los de Vera y viceversa. A pesar de la mirada perdida en el vacío de aquel hombre, algo les acercaba cada vez más hasta que Vera se dio perfecta cuenta de haberse adentrado en el cuerpo de su amigo, de hecho, al dirigirse al exterior para contestar a la voz que llamaba, pudo ver el paisaje y sentir el viento traspasar los pulmones de Edorta llegando hasta ella. Oía todo, veía todo, lo único que no podía hacer era sentir por él ¿o sería que los muertos no sienten? Podría ser también eso.

-Aitor, ¿qué quieres ahora?. Estoy terminando de cocinar una tarta, tenemos que hablar, entra ya.

-No, ven tú aquí, ayúdame con este equipo, no puedo con todo yo solo y se me están volando los papeles.

Edorta, algo risueño, pero muy poco, se acercó hasta aquel desconocido barbudo de mirada extraviada y penetrante.

-No pareces hombre, Aitor, con lo machote que eres para apretar el gatillo y no puedes con una CPU, ya te vale…

-¿Ah, no?, no soy fuerte?, tú crees?

Aitor se acercó por la espalda de Edorta mientras él se agachaba para recoger del suelo, cerca de la vía, aquella CPU. Y de pronto todo quedó en silencio, solo se escuchó un tiro, el tiro de una bala justo en la nuca de Edorta.

Vera, perdida en aquel cuerpo empezó a sentir y oír aquel llanto de nuevo, envuelto en palabras inteligibles. Debía ser la voz de Aitor:

-No es nada personal, amigo, ya no nos sirves para mucho, antes de que nos dejes debes pasar por esto, es puro trámite.

-¿Había dicho puro trámite?

La desolación de Vera llegó al límite. Ahora sabía lo que había ocurrido con su amigo, lo había sabido y lo había vivido pero ¿qué más iba a suceder?

Un tren se acercaba, avisaba de que iba a recorrer aquella via, pero el cuerpo de Edorta estaba allí tirado, el pitido cada vez se oía más y más cerca, penetrando en su cabeza y ahogando el llanto de su amiga: BIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIPP

En un fogonazo y a modo de tremenda sacudida, Vera regresó al lado físico del cuadro, o lo que es lo mismo, a la realidad, aunque sus recuerdos, para su desgracia, seguían intactos, lo vivido sí lo recordaría ya para siempre, hasta el final de sus días y de uno en uno busca por las calles perdidas el rostro atroz de un asesino llamado Aitor.

06 marzo 2010

Otras Vidas.




¿Se puede saber qué hago yo escribiendo tonterías?
Me concedo un tiempo para pensar e intentar responderme a mí misma a esta pregunta.
Voy a hacer más: voy a detener el tiempo. Pararé el reloj. No, ese de ahí arriba, el de la pared es imposible detenerlo, ese que haga lo que le parezca. Detendré el que golpe a golpe, tic tac a tic tac influye en mi vida y en mis planteamientos, ese sí puedo detenerlo y es hora de hacerlo.
Últimamente no escribo más que tonterías. ¿Seguro?. No, no es del todo exacto. En un momento de mi vida esos planteamientos han estado ahí, han pesado sobre mí, solo que la mente es como una cascada, como un torrente de imágenes, de sentimientos, de sensaciones y ahora mismo estoy noqueada. Todo lo anterior hasta hace un minuto ha caído al río por esa cascada encontrando su calma, su paz y su armonía, su devenir natural, el curso de la vida, que, en definitiva es la que manda.
¿Y....queda algo dentro de mí?. Sí. Queda.
Hacía muchos meses que no me acordaba de Bruno y hoy, mira por donde, se ha instalado en mi cabecita. ¿Saldrás pronto, Bruno?. Mira que a ti te conozco y.....
Bruno es un hombre encantador como muy pocos. Joven, apuesto, educado, trabajador, atento, cariñoso, buen padre, intentó ser un buen marido pero hay quien opina que no lo consiguió. Bueno, Bruno, de eso ya hemos hablado muchísimas veces, pero no, no estás aquí por eso, hoy no...
Bruno tuvo un accidente muy aparatoso en la carretera y estuvo muchos días ingresado en el Hospital. Vamos a decir que....”gracias a eso” le detectaron epilepsia, algo que nadie se había molestado en averiguar desde cuando la padecía ni por qué (hay formas de educar y cuidar que son de anti- cátedra). Y tuvo que descubrirlo por él mismo estrellándose contra un coche en la carretera. Es un modo cruel de saber que padeces epilepsia, aunque, ahora que lo pienso, ha sido la vida en sí misma bastante cruel con Bruno hasta que me conoció, vaya, qué cosas digo.....Bueno, pero si no lo digo yo, si lo dice él....así que, tal como él lo reconoce, así os lo cuento yo....

Dice que le cambié la vida para bien y yo me alegro mucho. Siempre es agradable que te digan algo tan bonito.
Le conocí algún tiempo después de separarse, cuando llegó a la urbanización a vivir con sus padres (otra vez). Recién salido del hospital y con la demanda de separación calentita en pleno trago. A saco, que se dice, una detrás de otra, por si le quedaba un hilo de esperanza que se hundiera, pero....ay¡ que no se hundió, por suerte....No podía ser así, por supuesto que no...
Cuando yo me enteré de que Bruno dormía en el garaje, no os podéis imaginar la bronca cariñosa que armé para regañar con todo mimo y dulzura a su madre.
-Pero Rosa, por Dios, no puedes consentir que mi amigo duerma en el garaje....
-Hija, pero si mi garaje está acondicionado como bodega y despensa....
-Bueno, y qué?, pero Bruno no puede saludar al sol cada mañana, ni la luna puede velar su sueño, es un semi sótano, Rosa¡...No me hagas esto, por favor¡....
-A ti?, oye, que es mi hijo.....
-Ah, cierto, pues no te hagas eso a ti misma, más fácil me lo pones.....
-Pero si no tengo más sitio....Si es que me quedan hijos solteros.....
-Bueno, Rosa, dejemos ese tema....Es preferible que duerma con su hermana o con su hermano. Sube la cama, mañana no quiero despertarle ahí abajo para correr, que ni ve....
-Bueno, pero dime al menos cuando os casáis.....
-¿Casarnos, quienes, Bruno y yo?, oye, que yo estoy casada ya, no lo olvides....
-¿Y tu marido por qué no corre contigo?...
-No le gusta....

-¿Tampoco le molesta que corras por ahí con otro chico?,que mi hijo es muy guapo...
-Si, que es bien guapo y majo, si, no te lo niego, pero no tiene nada que ver....Rosa, no me confundas términos...
-Yo no, hija, mientras no los confunda él....
-Pues que corra él conmigo sin poner cara de trucha....Ni finja calambres solo para sentarse cada diez minutos....Lo tiene fácil. A mí me da igual correr con uno, con dos o con tres....
-Anda que si te oyera ....
-Se lo he dicho a la cara, Rosa. Es más. Le he dicho: levanta, que vamos a correr, o si no, me voy a buscar a Bruno que también corre, y para correr por ahí y luego encontrarnos, pues empezamos y terminamos al mismo tiempo....
-¿Y qué te ha dicho?...
-Nada, no le he entendido muy bien. Ha hecho un ruido extraño, se ha tapado la cara con la almohada y lo único que he oído ha sido algo de a las doce en el Bahía...
Yo decía que me lo llevaba a correr, pero en realidad era una simple excusa –de ahí el interrogatorio de su madre- . No me gusta la soledad, nunca me ha gustado la sensación que produce. Lo bueno del asunto....que para mí es compañía la música, luego.....en los peores casos se encuentra remedio. ¿Qué por qué “un Bruno” y no una......Mar, o una Lidia o una Pilar?... Eso ya no lo decido yo, ni esta es la historia de una de las muchas chicas que han corrido en mi compañía, sino que es la historia de Bruno, porque también hago bastantes “buenas migas” con los chicos, no siempre pienso ni me acuerdo del mismo. Y si, la pregunta del millón de euros ya habéis leído que la formuló Rosa: ¿por qué mi marido no corría conmigo? Pero esa sí que es otra historia larga, muy larga, triste, muy triste, amarga, tremendamente amarga y me niego a contarla. Quedará donde tiene que quedar, en el olvido, es su sitio.
Nos pasábamos la mayor parte del tiempo sentados en la arena de la playa haciendo ejercicios de relajación. A Bruno le encantaba escuchar el sonido del mar con los ojos cerrados. Yo sabía que no se recomendaba la meditación profunda para personas epilépticas, por tanto no le insistía mucho, pero creo que el cariño y la confianza hacían más que el ejercicio en sí mismo....Y ¡¡¡¡¡¡hablar¡¡¡¡¡¡¡,¡¡¡¡¡¡¡ charlar¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡. La mayoría de las veces yo me limitaba a escucharle, con el ruido del mar de fondo....
-No me explico por qué, María, por qué me pasa todo esto a mí. ¿Dónde está el fallo?. ¿Qué es lo que he hecho mal?.
Un pequeño silencio nos envolvió durante algunos instantes.
Después, las olas del mar lo romperían para empezarme a reír a carcajadas, algo que a Bruno le fascinaba. Muchas veces me había dicho que al reírme a gusto un rayo especial salía de mi mirar, a lo que yo siempre le contestaba......”claro, es que soy un demonio, ¿o todavía no te has dado cuenta?”.
Un demonio no, es decir demasiado y un poco por decir. Me imagino que los ángeles también serían sonrientes si es que existieron alguna vez, algo de lo que yo me alegraría enormemente. Sobre todo porque tengo el gusto y el honor de conocer a dos personas muy parecidas a lo que deben de ser los ángeles, pero...esa sería otra historia. Y estamos con Bruno.
¿Qué podía hacer yo por una persona que ha visto desmoronarse su propia vida en una vuelta de campana?. Muy poca cosa, como mucho estar ahí. Evitar que al despertar empezara a dar vueltas y vueltas a su cabeza sobre lo que había vivido. Era suficientemente amargo y triste como para que se recreara en ello, de modo que corriendo, o sentado en aquella playa, mientras yo sonreía, no pensaba en nada de aquello. Pura lógica, le conocía, estaba cerca y yo era...y soy...así .
El silencio no era malo, nunca lo es. Y de vez en cuando, solo cuando alguno de los dos así lo quería o decidía, se rompía con gruñidos, ruiditos, o hasta conversaciones algo más extensas. Mientras tanto, siempre había algo que era digno de admirar: una gaviota que cazaba, el faro majestuoso, el muelle, el mar, el cielo, el horizonte, o la gente que pasaba por la playa y que se estaría llevando una impresión totalmente errónea de nosotros, evidentemente...
-¿Te has fijado?.
-¿En qué?.
-Esa chica, se me ha quedado mirando y se ha reído.
-Seguro que piensa que estamos regañados.
-Sí, me ha dado esa impresión.
-Bueno, tú déjalos, que piensen lo que quieran y es hora de caminar un rato descalzo por la orilla, te sentará bien.
-Hubieras sido una estupenda enfermera, ¿lo sabías?. Vamos, te lo dice uno que se ha tirado meses en el hospital, incluída la U.C.I con el leñazo que me pegué. Te veo yo entrar por la puerta y se me pasa todo.
-Pero mira que eres exagerado, Bruno, como si no hubieras visto estupendas enfermeras a tu alrededor. No lo digo porque las haya visto, sabes que esos sitios me deprimen mucho y me enteré cuando ya estabas a punto de salir, pero las veces que he tenido que ir he visto enfermeras muy eficientes y jóvenes y bien puestas. También las hay mayores, pero que exageras ¡y ya esta¡.
-Pues claro que exagero, porque eso que te he dicho es lo que a mí me hubiera gustado, despertar, abrir los ojos del trompazo y ver a alguien como tú allí a mi lado, poniéndome el termómetro, diciéndome cosas.....Me reanimo en minutos, en vez de tardar días como tardé.
-Pero eso ya pasó, no te acuerdes de ello.
-¿Y por qué no?, si a partir de hoy creo que lo guardaré hasta como fantasía.
-Qué malo eres, qué cosas me dices.
-¿Yo?. Te digo lo que quiero. Además no se te puede engañar, siempre nos descubres, no sé como lo haces.
-Pues mira, porque cuando alguien te habla mientras te mira a los ojos, hay signos evidentes de lo que te dice no es del todo como te lo dice, o se está guardando algo, o está aumentándolo, que también puede ser, aunque no sea tu caso. Tú eres más parquito de palabras, pero las pocas que dices sabes perfectamente que me las tienes que decir tal y como son, porque si no, no cuela, es solo por eso. Fácil, ¿no?.
-Será fácil para ti, porque lo que es para mí, no me imaginaba yo que al salir de la clínica me iba a suceder todo esto, Qué fuerte, ¿no?. Me encuentro con la demanda, con un tío en mi casa, con un hijo que ya no puedo acostar cada noche....¿Dónde miraría yo de verdad aquellos días que Isabel y yo hablábamos?. ¡Pero si yo la miraba a los ojos¡. Y nunca sospeché que ya no me quería.
-Anda, vamos a la orilla y por el camino te lo cuento.
-¿Me lo cuentas?. ¿Y no debería ser al revés?. Seré yo el que te cuente a ti, ¿no?.
-Como prefieras, pero me sé la historia al dedillo, aunque me vendrá bien contrastar la información que yo tengo con la tuya.
-¿Con la mía?.
-Jajajajaja. ¡ Qué cara se te pone¡.
-¡Hombre, no, tú verás¡. Me dices que sabes de mi vida pero que vas a contrastar la información, pues a ver qué cara se te pondría a ti¡....
-Veamos...Tengo la información que obtuve de tu madre y luego tengo la información que procede de tu hermana,....Como ves, estoy bien informada, pero sí, vale, te dejaré hablar a ti. Mejor me lo cuentas tú.
-No, no, ahora mismo me dices lo que sabes, ¿pero qué tengo yo en mi casa?, ¡vaya dos chismosas¡.
-Bueno, no sufras. No me enteré en el mercado ni en ningún otro sitio público....
- Menos mal.

-Me enteré una tarde que me pasé a ver a tu hermana porque me había llamado diciéndome que estaba pachucha. Como tu madre se apunta a todo conmigo, me ofreció primero un café antes de subir al cuarto de tu hermana y yo, claro, le pregunté por ti, y me dijo que andabas con algún que otro problemilla, pero vamos, nada que ver en lo que ha terminado todo esto. Luego le tiré un poco de la lengua a tu hermana, que sabes que se me da bastante bien, así que...ya ves.
-Vaya tres bichos. Será mejor que te lo cuente yo, anda, si, hazme de bastón que con la arena tan blanda, noto más el desequilibrio.

-Aquí tiene usted mi brazo, don Bruno...Todo suyo¡...

Más que el brazo, menudo y algo enclenque, le presté mi hombro derecho para que se apoyara, de modo y manera que a simple vista podíamos parecer algo así como una parejita paseando, cuando la realidad era que al sacarme el bueno de Bruno la cabeza en tamaño, pues el mejor apoyo que le podía dar era ese, y ningún otro (cuestión de alturas, ya os digo)....
-No me aprovecharé de que voy cogido a ti....
-Ya lo sé, además no sé como podrías aprovecharte.
-Se me ocurren tantas formas, pero si no lo hice la noche que te sentó mal aquella copa...¿te acuerdas?.
-Pues no, pero íbamos a hablar de lo que yo sé de ti y resulta que tú sabes algo de mí que ni yo misma sé. ¡Haz el favor de explicarte¡.
-Vaya, menuda situación, si resulta que estamos igualados, tú sabes de mí y yo sé de ti, qué interesante, ¿no?.
-Mucho, pero a ver...¿quién empieza?.
-¿En serio no te acuerdas de la noche que fuimos todos a la BOITE y después de bailar pediste aquella naranjada que te sentó tan mal que tuve que llevarte a tu casa?.
-¡¿Tú?¡...
-Sí, ¡yo¡.
-Pero si fui con Alvaro...
-Precisamente fue él quien me dio las llaves de vuestra casa y me pidió que te llevara. Sabía de sobra que soy un buen chico y eso que Isabel no reaccionó muy bien cuando se lo dije, pero...¿qué podía hacer?. Ella estaba muy cansada, pero tampoco quiso acompañarme, así que primero la dejé a ella en casa y luego te llevé a ti.

-Pues no me acuerdo, la verdad. Aquella noche me perdí en mi propio agotamiento. Estaba sin cenar, no sentí ganas en toda la noche, y había mucho por hacer. Este hombre, la verdad es que me preparaba siempre unas agendas que yo temblaba, menos mal que por suerte eso ha cambiado y tengo las sospechas algo infundadas de que quería que me durmiera pronto, porque yo pedí naranja para beber y ya ves que no me acuerdo de más...
-Si te digo la verdad, fue lo primero que pensé, aunque....no te dije nunca nada por respeto, pero creo que sí, que se libró disimuladamente de ti, y lo que no entiendo es por qué. Yo nunca habría hecho semejante cosa. Más bien hubiera deseado que se terminara cuanto antes la noche, o que llegara el día para poder estar más cerca de ti.
-Ya ves, qué mal repartido está el mundo, ¿verdad?. O seremos nosotros mismos quienes vagamos un poco a tontas y a locas, no lo sé, el caso es que al día siguiente, cuando me desperté, estaba sola en la cama. Ya sé que no darle mucha importancia a eso no es de muy mujer, pero qué quieres, es lo que hay, su trabajo es así, hay días que ni nos vemos y otros que pasamos las 24 horas juntos. No hay una regularidad, pero una se acostumbra.
-Hasta ahí de acuerdo, pero no tenía ninguna necesidad de librarse de ti, de hacer que te durmieras entregándote a manos de un tipo como yo.
-Bueno, tú lo has dicho, te conoce muy bien. Hay personas que se dejan conocer muy bien, que es lo que le pasa también a Isabel. Sabe perfectamente cada reacción que vas a tener y por tanto va siempre un paso por delante de ti. Eso para ellos es una ventaja, pueden manejarte fácilmente.
-Sí, si tienes razón, si lo mío ya empezó de manera extraña. Yo no es que tuviera intenciones de nada, pero ella sí, claro...Y sabía perfectamente que alcanzaría una vida cómoda. Por eso me siento un poco como algo en venta que fue adquirido en exclusiva para ahora devolver sin tiket y caducada la garantía.

-Ya, pero no puedes hacer nada, lo tiene muy claro. Ya ha demostrado su falta total de delicadeza aprovechando tu mala situación para dejarte. Yo tampoco habría hecho algo así por mucho odio que despertaras en mí. Su obligación era estar ahí a tu lado, darte la posibilidad de recuperarte y luego poner las cosas en su sitio si hacía falta.
-Pero se lo he dado todo, en bandeja de plata, además. Le he ofrecido aspectos que ahora le vienen muy bien para despellejarme poquito a poco: el accidente en sí mismo, la epilepsia y lo último que se ha sacado de no sé donde, la demanda de malos tratos. Pero si cuando fui a pasar la prueba y me dijeron lo que tenía que hacer con aquella maquinita, hasta el hombre que la manejaba se quedó contrariado....
-No me extraña. Cuando lo supe te juro que pensé mucho sobre la vida. Hace mucho tiempo que perdí mi fe en Dios, pero en ese momento noté como se tambaleaba también mi fe en la vida. En la vida como conjunto de seres que somos. No comprendo, me duele mucho ver como aprovechamos cualquier aspecto malvado que se nos ocurra para pisotearle el cuello y hasta el alma a la persona que se supone más queríamos.
-A mí Isabel no me ha querido nunca. Simplemente me dejé llevar por sus circunstancias. Pero si ni me enteré que estábamos saliendo hasta que me lo decían los demás. Tampoco le pedí nunca que se casara conmigo y la boda se celebró, de eso sí me acuerdo. Ni me pidió parecer para tener hijos y Fonsi ahí le tienes, un mozo ya. ¿Por qué me iba a pedir mi parecer para quitarme todo lo que ella misma me dio?.
Dos miradas se cruzaron entre el cielo, la brisa y el sol. Dos vidas, dos inquietudes, dos personas extrañas en un mar de contrariedades ...
Y ese mismo mar fue el que los sacó de sus abstraídos pensamientos para seguir con el paseo....
-¿Qué me estabas mirando, Bruno?.
-¿Yo?.
-Sí, tú. Me ha parecido extraña tu mirada.
-¿Extraña?.
-Sí, si, extraña, distinta, como si no fueras tú.
-Habrá sido mi otro yo.
-¿Te complicas tanto como para tener o gastar de eso?. Pues yo tengo suficiente conmigo misma, y algunas veces no soy capaz de tirar de mí, de modo que no vuelvas a mirarme así, te lo prohibo.
-Pues vale...

Existía confianza suficiente para bromas así, tontas, pícaras, o de la clase que fueran. En el silencio tranquilo que los acompañaba, seguramente estarían recordando como se conocieron, de una manera tonta, como todas o muchas de las maneras tontas que se conocen las personas, casuales unas veces o insignificantes otras. Lo importante fue lo que se construyó día tras día poco después y el hecho de que una vez que se habían conocido lo cierto es que ya no podía pasar un solo día sin saber el uno del otro. ¿Por qué?, ¿a qué se debería tanto interés ajeno por la vida de otra persona con la que simplemente se comparten palabras, frases, consejos, o....chismes?...En realidad era algo totalmente irrelevante. Las cosas pasan, suceden, ocurren en nuestras vidas, sin más, y es muy tonto preguntarse el por qué de algo así cuando era bonito, gratificante, agradable.....

-¿Sabes, María?. No sé qué hubiera sido de mi vida de no haber podido contar contigo. Creo que me hubiera hundido por completo en la más mísera de mis miserias.
-No te creas, Bruno. Eso es fácil decirlo, suena bien y queda muy bonito, pero si yo no tirara de ti de vez en cuando, seguramente lo haría otra persona. Yo creo que es un equilibrio sutil que existe en lo más íntimo de las entrañas de lo no-entendible.
-¿Y eso qué quiere decir?.
-Quiere decir que si no fuera por mí, sería por otra persona.
-Dudo mucho, de verdad, que exista otra persona en el mundo como tú.
-Eso no te lo puedo admitir, amiguito. Yo siempre he creído que en el mundo hay más personas como yo, no solo otra más, millones más como yo. Somos un ejército de niñas buenas y malas a la vez, pero que sabemos equilibrar la balanza a cada momento y necesidad, aunque tengamos nuestras debilidades humanas. ¡Y vale ya¡. Venga, que te acompaño a casa, te quitas este chandall, te pones bien guapo y quedamos para comer en el muelle. Alvaro se va de viaje hoy a Madrid por una semana, de modo que he quedado con una amiga, te la presentaré y nos reiremos los tres un rato, que es sanísimo.
-Oye, Celestina, pero esto es al revés. Es el chico el que siempre acompaña a la chica a casa.
-Si el chico está un poco lesionado, es normal que se haga al revés, ¿no te parece?. Es que luego tendrías que ir agarrándote a las paredes para llegar a tu casa y no puedo consentir que a mi amigo nadie le tome por un borracho, ¿comprendes?. Es amor propio.
-Tú y tu amor propio....Nunca reconocerás que nos equivocamos, ¿verdad?.
-“Reconocer”. Es que esa palabra me sobra en el diccionario. Es que las cosas son como vienen, Bruno, es que no sirve de nada reconocer que nos equivocamos, salvo para desilusionarnos y yo prefiero caminar, simplemente, paso a paso y soportar los deshielos o la sed, o el hambre, o el dolor, por que eso curte mi alma y estoy segura de que cada día me hace ser un poquito mejor y cada vez que me encuentro con alguien como tú, confío más y más en la esperanza de un mundo mejor. Sé que hay mucho que cambiar, pero todo llegará, poco a poco.

-Pues yo algunas veces hasta he llegado a pensar si no eres de otro planeta, o de otra especie.
-¿Pero por qué dices eso?. Ni que hubieras conocido a un millón de mujeres para pensar que yo soy mejor ni peor que nadie, Bruno. Si en el fondo a ti te paso como a mí, nos encandilamos de la persona equivocada, de esa que no nos iba a hacer muy felices que digamos, que nos ha hecho más bien la vida algo imposible y no se comprende que alguien sea capaz de hacer algo así con nosotros, pero....tal vez, solo tal vez radique ahí nuestra fuerza y alimento para ser como somos. Porque día tras día, nuestras experiencias, aún teñidas de amargura, las sabemos transformar en algo bonito, útil y amoroso. Es como darle la vuelta a las cosas, es magia....¿no lo entiendes?.
-Si, si que lo entiendo y sé que tienes razón, pero me cuesta renunciar a mi propia felicidad, aunque sé que debo hacerlo, que es lo correcto.
-Tú solo deja que transcurran los segundos, los minutos, las horas, los días y las noches, Bruno. Y recibe cada día tu sorpresa. Unas serán agradables, otras no tanto. Y aprende, y disfruta, y llora cuando tengas que llorar y reír cuando tengas que reír y amar cuando toque amar y vive, si solo se trata de eso, sin perderte en abstracciones que solo te harán daño. Y ya hemos llegado, señor. Aquí se queda usted, que yo me voy corriendo a ponerme guapa.
-¿Más todavía?.
-Eso nunca es suficiente. Si todo lo que veo es hermoso, yo no quiero ser menos. Volveré en dos horas, no lo olvides.
-Nunca me podré olvidar de alguien que me hace la vida tan fácil y hermosa...
-Pues....simplemente, disfruta de sus momentos y déjate llevar. Mientras no me pagues con silencio tendrás todos los que pueda darte, sin más, y no pienses más.

23 febrero 2010

Diario de una mujer...y (IV)


Ejercer de buena hija, la verdad es que le produjo bastantes quebraderos de cabeza: primero, contentando a su madre y al recuerdo de los sabios consejos de su querida abuela con aquella plaza en el Ayuntamiento de Manderón sin los resultados que cabía
esperar en una estudiante brillante como lo era ella. Pero, claro, un pequeño detalle se le escapó a doña Laura, un detalle que reflejaba claramente el cuaderno de recuerdos de Nora y que no llega a la misma conclusión leido con dieciocho años, a leerlo con la edad de Cristo, que es la que más o menos ahora tiene nuestra protagonista:

"Creo que Frasco es un buen hombre, aunque me ha confundido con la entrevista de esta mañana, porque me ha hablado de una plaza de auxiliar administrativa en el Ayuntamiento, pero me parece que se ha anticipado un poco porque la plaza tiene que publicarse no sé dónde y todavía no han redactado el anuncio...sin embargo lo que más parecía preocuparle era si estaría dispuesta a presentarme en las elecciones con su equipo de gobierno y al manifestarle que yo no entendía nada de política me ha corregido. Para él era suficiente saber que yo era una joven responsable, obediente,
sensata y estudiosa. De lo demás se encargaría él mismo; que si era un pueblo pequeño, que si me llevaría poco tiempo... Antes de darme cuenta de lo que hacía, le he dicho que sí..."

Con la edad de Cristo se comprenden muchas cosas que la adolescencia no te deja ver cual catarata metafórica que te oculta la realidad porque el grado de madurez de cada persona se consolida cuando la madre y sabia naturaleza determina, y se acabó.
También es verdad que no existe razón que justifique la actitud de Nora de hacer siempre las cosas que los demás esperan de ella y por suerte éso ha cambiado; ¿el detonante?, su cansancio, la rebeldía terminó por aflorar y.....otro hombre, su amado...un ser extraño que lo cambió todo en su vida poniéndola de patas arriba...
Un "polo negativo" y un "polo positivo". Ambos, y de la manera más pacífica, sutil y civilizada pero sin sentido consciente alguno, dominaron a Nora largo tiempo....devolviendo a la Cenicienta de todos a la realidad de su propio cuento, de su historia, su timón y su identidad.

De todas maneras, Nora debía ser un especimen raro de la sociedad, una excepción que confirmara la regla del egocentrismo innato y legítimo de la humanidad porque de lo contrario no se podría explicar que se adentrara en un pequeño negocio, próspero para
más inri y que lo convirtiera en oro para más tarde convertirlo en su propio principio del fin y destrucción moral personal...¿Cómo pudo dejarse llevar por algo así?, solo el amor tiene la respuesta...

¿Suena " fuerte ", verdad?. El cuaderno de recuerdos es muy indulgente cuando recordando aquella situación comenta escrito en tinta:
?Ha sido mi primer paseo por la calle como mamá y he sentido un orgullo y una felicidad que no podría explicar, por mi pequeña, que sin duda se ha convertido en el eje de mi vida y en mi motivación para todo. Nunca me hubiera imaginado que el vínculo con mi hija podría llegar a ser tan fuerte. No me canso de contemplarla, me siento inmensamente feliz por disfrutar de ella de esta manera que lo estoy haciendo, al cienmpor cien, sin preocuparme de nada más, por mí se puede ir todo al garete, puede llegar la ruina en el negocio, que yo solo duermo de noche y vivo de día dando las gracias a las circunstancias que me han favorecido para que sea así, a haber aprendido a decir NO, aunque...presiento algo...pero no sé muy bien el qué. Mamá ha esquivado hoy la conversación, que por otro lado yo misma evitaba sacar tan pronto, porque a penas llevo una semana en casa, pero "algo" me ha impulsado a tener una charla trivial entre una madre que ha aparcado su trabajo para dar a luz y una abuela que parece no tener ganas de ejercer como tal. Creo que la paz recuperada tras un embarazo algo complicado que por fín culmina tranquilamente, me va a durar muy poco, porque, claro, yo soy la estrella de ese negocio, fundado con parte de mis ahorros y los de mi compañero y la verdad, lo reconozco, es que no sirvo para quedarme en casa, pero tampoco para volver a la jaula y si resulta que empiezo a atar cabos para, igual que hice con mi negocio, dejar a mi niña en las mejores manos que se me ocurren, o sea, las de mi madre, o sea, su abuela pero no para volver a la jaula....¿Qué hacer para no volver a la jaula ni a esa oficina tan aburrida, contra viento y marea....?.?
Yo lo que quiero hacer es disfrutar de mi niña hasta que me canse, que por el negocio no me preocupo , mi compañero lo lleva de maravilla, seguro que encuentra a alguien que vuelva a darle brillo y color bajo las luces de neón...Yo confío en eso....porque los dividendos ésto o lo de más alla...No me gustan nada ciertas actitudes que empiezo a entrever , pero creo que el error ha sido mío por pensar que mamá sobreentendería que su hija, o sea, yo, se compró una casa en las circunstancias que fuera, porque de no ser así no se la hubiera comprado nunca, porque las hipotecas están por las nubes y que tuvo una hija porque si lo hubiera pretendido reservar para un mejor momento, el momento no hubiera llegado nunca, pero que no puedo ejercer de ama de casa porque mi espíritu no es de tan digna condición, que nunca podría acostumbrarme a depender del jornal de mi compañero, simplemente porque no tengo sangre para una situación así. Quizás una temporada, pero no indefinidamente. No, mamá no se ha dado cuenta de todo ésto; más bien opino que tiene la impresión contraria y que con la alegría de mi niña se me olvidaría el negocio...Pues, resulta que tengo un problema muy gordo..."

Y mayúsculo fue el problemilla, pero Nora nunca olvidó con quién estaba tratando, con su madre y con su amado, lo que ellos sí olvidaron y se agarraron como lapas a un negocio abandonado por su titular, por una razón más que justificada, pero...se aplicó el viejo dicho: "quien se fué a Sevilla....", como si me importaran mucho los beneficios con la sonrisa que me ilumina cada tres horas que toca dar de mamar...
Lágrimas derramó por no saber hacia donde dirigirse: un abogado, un psicólogo o directamente hacia el vacío. Pero entonces su pequeña le daba fuerzas, precisamente lo que más necesitaba y cuando Nora se sentía repleta de aquello que hay que llevar
dentro para exigir a su amado algo de dignidad monetaria para comprar pañales a cambio de otro tipo de colaboración que no fuera rutilar bajo las luces, su compañero le disipaba la idea por llevar implícito el sello de la lucha, pero Nora debía luchar por su niña. Quería lo mejor para ella y sin ingresos...¿qué le podría dar?. Una y otra vez se auto-aconsejaba no hacerlo de manera brusca , "así, no, Nora, te arrepentirías el resto de tu vida. No te pongas a su mismo nivel, que me conozco y no podrías soportar las consecuencias.". Era injusto, si, las enseñanzas de la vida suelen parecerlo.

Definitivamente, renunció al negocio que fundara con todo el dolor de su corazón. Sabía que así, se cerraría para siempre la puerta de ser su propia desdicha y motivo principal que la impulsaron a crearlo, la juventud, que algunas veces llega loca, rebelde, creativa pero....incorrecta...
Y entonces, absorbida por una oscuridad dulcificada en cierta forma por los "gorgeos" de su pequeña, al igual que existe la " llamada de la sangre", del deber, o del teléfono, el "¡ringgg¡ de la vocación afloró en ella, por fín sin condiciones añadidas. Sin saber muy bién cómo, ni en qué momento de su vida, Nora debió heredar una venda en los ojos que no le permitía darse cuenta de muchas cosas y tuvo que ser Frasco, aquel señor con quien simplemente se cruzaba por el camino que le conducía al Instituto, cansado de ver que apenas dormía por las noches, de que apenas comía ni sonreía, quien tirara de aquella venda con fuerza hasta desprenderla por completo de su rostro. Ya no sólo le tapaba los ojos, tambièn la nariz y de no destruirla, acabaría por taparle su boca.

Frasco, con toda la paciencia y el amor del que fue capaz, charló una y otra vez con ella, recordándole cómo la conoció: segura, libre, fuerte... y haciéndo que ahondara
en sus sensaciones actuales: tristeza, dolor y sumisión, una sumisión sin recompensas porque de haber seguido con aquel juego, Nora tendría que salir todos los domingos de casa para trabajar en su negocio, dejando a su niña al cuidado de su abuela solo a cambio de un jornal, se perdería tantas cosas y momentos que no estaba dispuesta a perderse.....Ella quería disfrutar de las travesuras y ocurrencias de aquel pequeño ser que se había instalado, sin pedir permiso, en su hogar y adueñado del protagonismo de los dos. De modo que Nora ofreció a su hija una dedicación digna, aunque para ello todo acabara saltando por los aires. Dejó de ir los domingos a trabajar para dedicarlo a contemplar el despertar de los seres que más le importaban en el mundo; se alimentó de pequeños detalles que no tardarían en aflojar su atadura: risas en el desayuno, juegos en la bañera, paseos por el parque, la compra de la casa....También dejó de preguntar por su sueldo porque iría directamente al banco mientras que de la otra manera ya le dolían los oídos de escuchar siempre los mismos pretextos: "atravesamos una crisis , yo tampoco cobro lo que tú crees, al fín y al cabo cuentas con un sueldo, no te falta de nada, pronto remontaremos este bache, toma mil duros y apáñate...".

Renunció a un sueño de juventud, esos que se forjan sin pensar demasiado , pero tal vez era un sueño equivocado. De hecho, un domingo, acostó a Natali y se dirigió a la habitación donde Eddy se disponía a dormir. Le había salido un trabajito extra para el lunes y debía estar descansado, de modo que aquel domingo no sería como todos los demás.Normalmente, como otras muchas parejas, solían aprovecharlo para reforzar sus vínculos, recordar cierto romanticismo y estar juntos en el sentido más íntimo, pero Nora sabía muy bien que trabajar un lunes obligaba al cuerpo, que no a la mente, a renunciar a ciertas intimidades que pueden prolongarse en la noche para molestar a la mañana siguiente, de modo que se acercó a la cama y le dió un beso de buenas noches, el más inocente que se le ocurrío. Las intenciones de Eddy eran las de dormir, pero claro, Nora, al agacharse para besarle, dejó ver su canalillo y algo más que provocarían en su compañero un relámpago de deseo reforzado por el lugar delicado dónde Nora fue a depositar su mano, sin querer. Eddy no podía adivinar si lo había hecho con intención o no, de modo que deslizó las suyas por aquellas partes blandas que se le insinuaban a pesar de la tenue luz de la lamparilla. Una cosa llevó a la otra, las caricias se sucedían a lo largo y ancho de ambos cuerpos...porque tenían que recuperar demasiados domingos de ello. Puede que no se prolongara el romanticismo, puede que fuera simplemente "amor con las manos", pero lo necesitaban. Eddy se durmió enseguida, como un osote grande, no sin antes recordar a Nora lo mucho que la quería y lo a punto que había estado de arrojar la toalla. Se alegraba de no haberlo hecho, de haber seguido luchando hasta su despertar. Ahora podía estar tranquilo de que el siguiente paso que se le ocurriera dar a Nora, sería el acertado: "ya no hay nada que obstruya tu lindo mirar, ese que me envuelve y embriaga y que no me deja en paz hasta que te poseo. Ahora sé que te he recuperado, que vuelves a ser tú".Nora salió de la habitación pensando en las últimas palabras de Eddy. En silencio e impreganada aún del dulce eco de las caricias de su amado, encendió un cigarrillo y
se recostó en el sofá. Todavía le resultaba doloroso recordar el último episodio, "batallita" decía ella, con su madre . Todavía le costaba recordar la última navidad, sin verse, sin invitación a cenar...Sólo su padre les visitaba de vez en cuando, para ver cómo su nieta crecía y aprendía a decir "papá" y dejaba la ropa pequeña...
En fín, hay asuntos que sólo el tiempo se encarga de colocar en su sitio. El tiempo es como la Historia: mientras suceden los hechos, máxime si son negativos, duelen, pero a medida que transcurre, enseña a generaciones venideras a no cometer los mismos errores del pasado. Además, la felicidad completa es pura utopía. Tenemos que elegir lo mejor para el momento que vivimos y para su momento, lo mejor fue el apoyo de Frasco, aunque le costara el intento último de una pareja que lo quería todo de ella...

A modo de epitafio, todavía recuerdo aquella última noche de amor de colores entre tú y yo...después todo fue distinto, al menos para Nora....

Cada mañana, llevaba a la nena a la guardería de una buena amiga y se ocupaba de las tareas de la casa, las comidas y de acudir a un despacho donde tras la puerta se acumularían rencores, celos y envidias, pero el interior era confortable, muy confortable: una mesa enorme, un mueble lleno de proyectos y un balcón con vistas al mar...una vista que nunca miramos juntos, ya te habías marchado, mi amado....
Después de la jornada , ya podía relajarse, conectarse a Internet y hojear el boletín oficial del estado y el de la comunidad para estar alerta sobre los proyectos y tareas a desarrollar al día siguiente en su nuevo despacho. ***FIN***

22 febrero 2010

Diario de una mujer (III)


Doña Laura tenía su propia teoría al respecto, como os decía. Ella opinaba que llegado el momento, Nora afrontaría los retos de un hogar sin tener que obligarla a realizar las tareas domésticas a disgusto, porque la verdad es que no le gustaban lo demasiado, solo lo justo, era más que evidente..... Muchas veces la joven se levantaba y ella misma se ponía a recoger, o a pasar la aspiradora, pero esa mañana, madre e hija sabían que era especial y que Nora necesitaba relajarse, pintar y pensar. Tal vez su futuro dependía de ello...

A punto de dar las doce (de la mañana), nuestra Cenicienta diurna recogió sus bártulos artísticos y se dirigió al ropero. Se pondría algo ligero dado que el verano en la costa es de carácter fuerte y ella calurosa. Como siempre, doña Laura le dió el último visto bueno y su toque personal en el pelo, el prendedor de la suerte.
Una suerte que en aquella ocasión no acompañó a la Nora de dieciséis añitos, como os podéis imaginar porque de haber sido así, hoy no estaría pensando en la indigencia tal y como se puede notar al principio del relato.

Y es que muchas son las veces que se nos ha dicho que la suerte " no es para el que la busca, sino para el que se la encuentra". Tampoco entonces Nora conocía la existencia de un sin fín de academias que te preparan para opositar (que se llama).
Lo único que Nora tenía a su favor era la capacidad de estudio y que por suerte era como montar en bicicleta, una aptitud que no se pierde con el paso del tiempo, sino que más bien engorda, se alimenta y de hecho, en la vida rutinaria de Nora no podía pasar un día sin dedicar al menos una hora a leer o estudiar lo que fuera (prensa, boletines, una novela, o un prospecto farmacéutico o sería incapaz de conciliar el sueño. En su defecto, cuando no le apetecía leer era porque prefería rellenar unas cuantas hojas de un cuaderno que no es que fueran precisamente un diario, sino más bien reflexiones, anotaciones, apuntes para una posible novela, ¿por qué no?.
Y, de pronto recordó que todavía conservaba aquel cuaderno que empezó a escribir cuando llegó a vivir a Manderón. Cerró la ventana y se dirigió al armario del estudio para buscarlo. Al principio utilizó uno tamaño cuartilla con muelle, pero con el paso del tiempo acabó utilizándolo de anillas para poder añadir todas las hojas que le hicieran falta y reunir todas sus reflexiones y anotaciones en un mismo sitio. Bien mirado, parecía haber material suficiente para una novela autobiográfica y esta vez no tenía nada que perder, la situación no podía ser más clara: o la indigencia o, por fín el camino que Nora siempre deseó tomar pero que desviaba una y otra vez por una razón, miedo. No se había dado cuenta hasta ese momento de que llegamos solos a este mundo, de que las decisiones más importantes en la vida de una persona se toman en soledad y de que además ahora no le debía explicaciones a nadie superior que censurara su parecer. De pronto, todo se había simplificado: se trataba, nada más, que de rescatar el viejo cuaderno, pasarlo a limpio o a ordenador y confeccionar una historia lo suficientemente interesante para que una editorial se comprometiera a publicarla.... Una voz interior le gritaba : ¿dónde está el problema?; tienes el material, las ganas, el tiempo y además, desde que dejaste la pintura cuando de aficionada a leer pasaste a necesitar escribir, parecías tener muy claro que convertirías esa necesidad en la herramienta de tu profesión. ¡ Se lo prometiste a tu hija cuando le faltaba un mes para venir al mundo, agarrándote tú misma a aquella promesa para no volver a la jaula, la noche, las luces, el humo…hiciste un taller de "Redacción Literaria” que aprobaste con sobresaliente...¡¡¡, ¿no te acuerdas de los elogios y buenos deseos recibidos, de las tarjetas de visita que te dieron?, ¿necesitas más pruebas?. Empieza a aporrear puertas, pero antes....escribe la historia.....

No, tal vez no eran pruebas lo que Nora necesitaba, sino liberarse de un fantasma del pasado, un fantasma llamado miedo, que siempre se había escondido en la obediencia de la hija que fué y que evolucionaba, con el paso de los años, en una increíble dosis de mala suerte y falta de ese egoismo necesario en su más justa medida en el ser humano.

Y es que a Nora le hubiera gustado licenciarse en Filología Hispana o en Filosofía y letras, pero cuando papá se negó a pagar la matrícula de la Universidad alegando como única razón que una hija suya no necesitaba estudios superiores, la joven Nora decidió seguir el consejo materno y simultanear el trabajo que le regaló su padre con los estudios, máxime con la seguridad y confianza que daba trabajar para un padre, en una oficina donde el trabajo, una vez terminadas las facturas, organizar papeles, y esas cosas...se quedaba prácticamente en nada.... Aunque le doliera profundamente dejar de estudiar con sus compañeras de Instituto, podría matricularse en el turno de noche por lo que se enfadó con papá, pero se enfadó menos que si no le hubiera ofrecido aquella alternativa, Nora era así.....incapaz de contradecir a un hombre, y menos, su padre....

21 febrero 2010

Diario de una mujer (II)


Por pura impaciencia juvenil, el próximo escalón hacia abajo la conduciría irremediablemente hacia la indigencia, se dijo a sí misma Nora aquella segunda tarde de verano. Se paró a pensar cómo demonios había llegado a aquella situación.
Encendiendo un cigarrillo, contempló por su ventana un paisaje demasiado familiar, cristalizado en sus retinas.

Poco a poco se había vuelto más tupido, menos verde-pardo y más asfaltado y gris. Se preguntó si la solución no estaría en salir de aquella "jaula".
Alguien que cruzaba la carretera por el paso de cebra en ese momento, le recordó a cierta persona que conoció al poco tiempo de llegar a Manderón, Frasco, un señor mayor con el que se cruzaba a diario por la misma carretera y la saludaba cordialmente. Mucho tiempo después se enteraría por su madre de que aquel señor que cada día alargaba más sus saludos y con versaciones con ella era el señor Alcalde de Manderón, aunque a Nora bien poco le importaba aquel dato. Lo que más llamaba su atención era la ternura con que Frasco la miraba y le hablaba siempre, un día y otro día.

Uno de esos dias, en casa, sonó el teléfono. Atendió la llamada doña Laura, la madre de Nora. Preguntaban por su hija, lo que dejó muy sorprendidas a las dos.

-¿Dígamé?... Su madre, prudente ella, le cerró la puerta y se quedó en la cocina preparando café, deseosa de que Nora terminara y le contase quién le había llamado, ¿un amigo, tal vez?, porque la voz era masculina... Estaba segura de que se lo conta
ría, al menos siempre le contaba todas sus cosas. No eran una madre y una hija muy tradicionales; además eran amigas, se apoyaban la una a la otra, compartiendo algo más que la maternidad.

Por fín Nora entró en la cocina al olor del café con un semblante de rareza por aquella llamada. Su madre la miraba expectante y ella le explicó que no sabía por qué pero la llamada resultó ser de Frasco, el Alcalde. Quería verla en el transcurso de la mañana. ¿Para qué?, algo relacionado con un trabajo.No había sido demasiado explícito por teléfono, por si alguien le escuchaba." Se ha enterado de que he terminado el bachillerato y se le ha ocurrido que me podría interesar una plaza en el Ayuntamiento que por lo visto van a solicitar a la mancomunidad".

Doña Laura se alegró mucho por su hija. Hacía una semana que terminara la selectividad y todavía no quería acosarla con preguntas del estilo ¿...y ahora qué...?. Su hija era una buena estudiante que además disfrutaba delante de una mesa abarrotada de libros y papeles. Por otro lado, también sabía que ella era la única que podía elegir su destino; todos los demás sobraban, a lo sumo, podían aconsejar a su pequeña, darle su opinión y de sobra conocía Nora la opinión de todos los que la querían: se merecía lo mejor y tal como estaban las cosas en el mundo, su abuela Dermi, fallecida hacía unos meses, siempre intentaba inculcar a su nieta la idea de que los trabajos del Estado, como ella los llamaba, serían siempre los mejores, porque además Nora valía para sacar cualquier plaza que se propusiera...

Por un momento, las dos, madre e hija, parecían estar escuchando la voz de la sabia anciana sus ojos se humedecieron. Todo lo bonito de esta vida,suele traer consigo algún recuerdo triste, almenos en la vida de Nora siempre era así, una cadena de muchas amarguras,culminadas en una alegría y ráfagas de alegría, que en algún momento son interrumpidas por un dolor intenso que casi no se puede soportar.

El Señor Alcalde y su señoríta súbdita habían quedado para última hora de la mañana, de modo que Nora tomó su caballete y pintó largo rato como a ella más le gustaba, humedecida aún por su albornoz de recién duchada y en la terraza, al aire libre, con esos primeros rayos de sol que parecían iluminarle muchas veces el sendero juvenil, y le ayudaban a madurar sus ideas mientras pintaba, como los frutos de los árboles que están listos para caer al suelo. Así se sentía Nora en aquel momento, realizando aquella explícita actividad, en aquel preciso lugar y a esas horas determinadas. Ella lo llamaba "recargar la batería" y a doña Laura, la verdad es que no le importaba; nunca había obligado a su hija a que le ayudara con las cosas de la casa. Ella tenía su propia teoría...

19 febrero 2010

Diario de una mujer (I)


Aquella noche me acosté y empecé a recurrir al archivo de recuerdos que todos llevamos dentro para construir hoy una especie de “obra maestra”, esta puede serlo, y yo lo se....Sobre todo en cuanto a utilidad.....no ya porque esté bien o mal redactada o expresada, correcta o incorrecta, eso sería lo de menos, siempre podría decir que es mi opinión y bastaría con eso, sino porque puede que personas que lean todo esto en verdad se sirvan de ello para empezar de nuevo, lo que sencillamente intento, es casi el fin último de la Literatura.....-o puede serlo o debiera serlo, porque existe puro placer en leer, cultiva, pero si además sirve para algo.....mucho mejor- ayudar en eso, incluso a mí misma, lo confieso......Empezar de nuevo en la elección de una persona que no vuelva a clavar su estaca en mi corazón, en el tuyo, en el suyo........Me aterra la sola idea del viejo dicho: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra....”, pero si está ahí esa frasecita es por algo.....Debemos mentalizarnos de que no se puede hacer nada o bien poco por evitarlo. Tal vez desterrando ese temor seamos mucho más objetivos y logremos nuestros propósitos finales.....
Sinceramente, no sé lo que es peor: si has sigo desgraciado en una relación anterior la tendencia natural es comparativa esperando mejorar.........Pero cuando has sido feliz en tu relación anterior, la tendencia natural te dice que aquello no lo puedes superar, aunque como mínimo esperas más de lo mismo, mejorando los aspectos en los que alguien o algo se quedaba....”corto”.....Y así, tanto en un caso como en el otro, no se avanza nada.....
Yo no tardé demasiado en decidirme a comprometerme la primera vez , y, supongo, que después, pasado el tiempo, y visto lo visto, lo frágil que es el amor verdadero, el que sólo se vive una vez, para mí , es cuando te dices aquello de.....”si lo pude haber evitado....”. No es cierto, los sentimientos no son estáticos, sino heraclitanos totalmente, de lo contrario un hombre moderno, con aficiones, con diálogo y con un sin fin de virtudes no cambia radicalmente por una simple cuestión, sino que más bien se puede convertir en su pretexto para darle la vuelta a la felicidad reinante.
Existe mucho peligro en cambiar de estatus social en plena vida conyugal, al menos eso fue lo que me sucedió a mí: Mientras ambos tuvimos cierto equilibrio en nuestras ocupaciones, él con sus negocios, yo con él, haciéndole el juego, ....fenomenal, solo existían los típicos celos de....”a ver ese niño, qué te dice, qué te hace....dónde te lleva.....”, pero poco más, yo también le decía a él : “esa rubia que entra no me gusta un pelo ándate con ojo....”, tonterías típicas, yo no me quedaba hasta las cuatro de la mañana a controlar quien entraba y quien salía....Puede que ahí radicara el problema: yo le conocí como un “hombre de la noche”, un caballero, galante, que me invitaba a los Rallyes algunos fines de semana y con el que terminé conviviendo, mientras que cuando nació nuestra hija me encontré con un nuevo trabajo, por fin una plaza en lo que tanto había soñado y para lo que me había preparado durante años casi a escondidas, pero que mientras la aprobé, se amargó, me amargó y dejamos entre los dos que todos los pequeños problemas se hicieran grandes y cada vez más grandes. Ambos cambiamos de actitud ante la vida y ante las circunstancias , luego ya no éramos los mismos. El ya no era mi hombre de la noche y yo ya no era su bailarina personal. El empezó a vivir como un hombre libre y yo como una madre, nada que ver.....desde luego, por eso ahora re-leyendo entre líneas el KAMA SUTRA, encuentro explicación a muchas cosas, demasiadas.......Y la primera es que debo olvidarme de aquella relación por completo: empezó, creció, se alimentó, cambió y murió, sin más. Cada relación que se inicia merece ser tratada como la primera. Si os fijáis, existen relaciones que se inician y como apenas cambia nada de sus vidas, siguen adelante, se molestan un poquito y ganan en el juego del amor.........pero ¡¡¡¡¡¡¡son tan pocas¡¡¡¡¡¡¡. Desde luego merecen nuestra felicitación y mi ánimo porque de todas maneras le den un repaso al KAMA SUTRA, que nunca estará de más. Y en cuanto a las que se deterioran tanto que es necesario volver a empezar, solo un consejo: empezar es empezar, partir de cero –decimos ahora también- sin volver la vista hacia atrás en ningún momento ni en ningún planteamiento.....porque, puede que una mañana de sol, o de niebla, o de nieve.....paseando, corriendo, leyendo, navegando.........topemos con otra persona que no sabe expresarse a sí misma muy bien, o demasiado bien y perdamos la oportunidad de descubrirla simplemente porque algo que ha dicho o hecho nos recuerda cierto error o fallo del pasado....No. Las personas hay que descubrirlas en su total inmensidad. Si te anticipas a pensar que es tal vez algo joven para ti no llegarás a descubrir que puede tener una madurez fuera de lo normal porque está en su interior. Si el envoltorio te gusta menos puedes renunciar a sentirte amada o amado, algo que nunca molesta a nadie, solo que el amor es una llama que se extingue si le falta su alimento, recordadlo bien......Y otro pequeño consejillo, aunque, este es ya mas difícil, es que procuréis hacer vuestra elección dentro de lo que el KAMA SUTRA llama vuestro mismo rango, o sea, una persona de vuestro mismo estrato social y preparación intelectual, ni miréis hacia arriba ni hacia abajo, os puede ahorrar muchos quebraderos de cabeza.....Si ese estatus cambia dentro de la pareja, supongo que será cuestión de hablar mucho, de dejar aflorar nuestra personalidad, nuestras razones, motivaciones.....un poco de campaña “política”......no sé, no tuve ni ganas ni fuerzas para salvar lo poco que quedó de lo mío...
Y os lo dice una persona que se enamoró por primera vez con seis años. Se llamaba Edorta y todavía me acuerdo como si hubiese sucedido ayer.....¡¡¡qué sensaciones....¡¡¡, guauuuuuu. Íbamos juntos al preescolar, en Vizcaya. Después estuve tranquila unos años hasta que en Madrid me volvió a suceder, pero ya con nueve años. Le vi por el cristal de mi casa y noté la flechilla de Cupido.....Este me duró unos cuantos años. Por la misma época fue cuando recibí mi primera carta de amor, que fue cuando me di cuenta de que ellos también sienten y entonces cambié un tanto de actitud y me volví algo más dura, pero poco, muy poco, demasiado poco para mi gusto.
La figura masculina en general, siempre me ha fascinado, yo creo que un poco por la admiración que siento por mi padre, que, a pesar de su forma de ser, el complejo de Edipo ha estado siempre muy vinculado a mí. De hecho, él sabe, y, hoy ya, adultos los dos, lo comentamos a menudo: si yo hubiera sido de otro perfil psicológico, seguramente hoy en día no le quisiera lo que le quiero y le admiro. Me quedé con su lado bueno y olvidé en todo momento los malos ratos que me hizo pasar como padre contándome....ciertas cosas que no se le deben nunca contar a una hija.....pero soy como soy y hoy me alegro por los dos.
Esperé hasta los dieciocho años para empezar a eso que llamamos salir con chicos. El primero se llamaba Andrés, después de Andrés fue Jose Manuel, pero con él no aprobé el curso porque quería que me fuera a Huelva y......no fui capaz.
Después de aquello, un guiño del destino, una especie de broma pesada de alguna mala amiga –digo yo- llenó mi buzón un verano de cartas de chicos que querían conocerme. Todavía no he conseguido averiguar la persona que aprovechando un veraneo publicó un anuncio por mí en la prensa nacional que decía más o menos así: Chica soltera busca pareja. Soy culta, abierta y responsable. Escribidme.....................
El caso es que mi buzón se llenó de cartas y la persona encargada de regar las plantas y recoger el correo........¡¡¡¡¡¡¡¡no daba a vasto¡¡¡¡¡¡¡¡ y llamó asustadísima a mis padres......La que se organizó fue de escándalo......

Aquel año mi familia había cogido las vacaciones en julio de modo que desde el mismo día uno estábamos todos en el apartamento de la playa sin sospechar nadie nada, por supuesto....
Yo, la verdad, hasta los dieciocho años estuve muy vinculada a mi familia. A partir de ahí fue otra historia dado, además los acontecimientos que un verano después me depararía el destino, aunque, esa sería otra historia y ahora estamos con el asunto de como salí del asuntillo morrocotudo por un anuncio de amistad o contacto puesto en prensa....y.....además....¿ por quién...?.
Nunca lo confesó, lo que denotó su falsa confianza en mí, y además incurrió en un fallo típico de las personas que dicen una cosa pero piensan otra bien distinta, normalmente lo contrario: se fue distanciando de mí, y eso hizo que ante mis ojos ella solita se delatara....
Tampoco tenía muchos sitios donde mirar, por aquella época yo sólo tenía un par de amigas íntimas, esas con la que siempre compartes todo e incluso recuerdo el detalle de pedirme mi carné de identidad, del que supuse extraería la fotocopia necesaria para publicar el anuncio y de echar la culpa a mi otra amiga en cuanto le comenté el asunto, muy típico aunque algo tonto también.
Entre las dos nos hacíamos cargo de la biblioteca del Colegio Privado donde cursábamos el acceso a la Universidad, teníamos al señor director en el bolsillo –según todo el mundo opinaba- y además éramos tal para cual.....: Igual de frías, igual de calculadoras, y no sé qué más excentricidades que se opinaba sobre nosotras, que nos partíamos de la risa y no comprendíamos por entonces que estuviera tan mal visto enseñar a pintar al señor director, en su despacho, que yo, pues claro, por eso me la llevaba a ella, entre las dos....no podría tener malos pensamientos.....
Simplemente gané el concurso de tarjetas navideñas de aquel año convocado por el propio Colegio, y, al señor en cuestión, le gustó tanto que me dijo: “¿me darías unas clases en el recreo...o sería mucho pedir...?”, y yo le contesté: “encantada....”. Aquella tontería sacaría de quicio a todo el Colegio, y ya para siempre yo sería ......”la mimada”. Ni pude, ni quise, ni tenía por qué evitarlo.....me encantan los mimos......¿qué le voy a hacer?.
Mi amiga se llamaba Lidia. Tenía los ojos de un azul como no os podéis ni imaginar, un pelo negro y una sonrisa que trastocaba, pero aún así.......yo sabía que tenía celillos de mi dulzura, mis buenas maneras y...sobre todo de mi tipo de vida.....
El final de curso llegaba, lo teníamos encima, pero Lidia no podía faltar cada sábado a una cafetería que le gustaba mucho y donde conoció a Andrés. Yo recuerdo bien que los sábados prefería quedarme en casa a estudiar, de modo que ya tuvimos problemas desde comienzos del curso por aquella decisión por mi parte de salir únicamente los viernes. Yo no lo comprendía: ella iba a estudiar lo mismo que yo, Magisterio, que implicaba un montón de asignaturas, yo ni siquiera tenía garantías de poder seguir estudiando, pero de todas maneras quería rendir lo suficiente en los exámenes porque antes o después encontraría la manera de financiarme los estudios y.....quería un expediente cuanto más brillante, mejor, para seguir la tónica, no se puede obtener sobresalientes durante toda la vida de estudiante y , precisamente en los más valorados para la Carrera obtener un cinquillo pelado....no, hay que ser más o menos regular, además que para mí una tarde – noche rodeada de libros era tan interesante como estar en la disco rodeada de....chicos....Me amanecía igual de feliz con un “tomo” de Arte, Filosofía o Historia, como con un “plomo” de niño terminando la ronda sabadera en la chocolatería más cercana a casa.
Yo fui tardía para salir, lo reconozco, pero fue porque en casa me encontraba a gusto, mientras que normalmente mis amigas se venían a la mía porque en las suyas no encontraban lo que decían ver en la mía: estudiábamos, mamá nos preparaba merienda y refresco, no nos interrumpía con recados ni tonterías, veían, supongo, respeto y complicidad, así que....no tuve necesidad de buscar en la calle nada.....Incluso las compañeras y compañeros que me apreciaban eran bien venidos a mi casa, a mi cuarto, a mi refugio....Si era chico recibía el mismo tratamiento que si era chica, aunque recuerdo que los chicos tenían la costumbre de llamar previamente por teléfono.....curioso...¿no?, como avisando a mi madre, y la verdad es que ésta, o sea, mi madre, le daba igual, confiaba en mí lo suficiente porque sabe que siempre ha podido hacerlo, que siempre se ha enterado por mí de todo, lo bueno y lo malo que ha acontecido a mi vida, y eso es difícil, era muy difícil ese grado de confianza entre madres e hijas cuando yo tenía 16 / 17 años....y presiento que no ha cambiado mucho....por desgracia.
Lidia, sin embargo, ocultaba a su madre hasta la ropa que se pondría para salir –y lo se porque se vestía en la mía, bueno, llegaba vestida, pero se cambiaba en la mía- y, total, como yo decía: ¿para qué...?, si no es que fuera una ropa escandalosa....tampoco....Nos encantaba la ropa negra, larga, pero con aberturas, algo de escote, claro, transparencias.....pero, en invierno el abrigo –generalmente negro también- lo tapaba todo y en verano es que en Madrid o te destapas o mueres en el intento de sobrevivir al calor.....y, ¡¡nos destapábamos¡¡, pero lo justo: pantalón corto, camisetas sin mangas.....en fin, lo que se podía....
Tampoco le contaba nada a su madre, mientras que con la mía, tanto ¡¡ella¡¡, como yo, como ambas a la vez, si se terciaba, hablábamos de todo: de chicos, de sexo, de drogas, de alcohol.....etc....de todo.....
Para compensarla de la pequeña “puñeta” que le debía hacer no saliendo los sábados, le dije que si sus padres la dejaban, ese verano se vendría conmigo a la playa, pero....sus padres no la dejaron. Hasta los míos llamaron a los suyos, pero no hubo manera ni argumentos de convencer a aquel tipo de padres bastante chapados a la antigua pero que, aun lamentablemente, merecían un respeto también.....
Y yo creo que no se lo tomó muy bien. No fue culpa de nadie, a mí el ofrecimiento me salió del corazón. Antes de decírselo a ella se lo comenté a mis padres, se hizo todo lo humanamente posible, pero.......creo que me culpó de la negativa, no se....el caso es que solo pudo ser ella quien publicó un anuncio por mí y yo me encontré en la papeleta de tenerle que explicar a mis padres todas aquellas conclusiones a las que yo había llegado. Por supuesto que me creyeron, no tenían motivos para no hacerlo dado mi exceso de confianza con ellos, así que, me recomendaron que tirara todas las cartas y me olvidara del asunto y, por supuesto de mi......”amiga”.
Con la saca –prestada de Correos- en la mano, mi curiosidad pudo más. Aquel verano, en vez de libros, leería cartas, las cartas que me llevara Elena, la encargada de regarle a mamá las plantas y el jardín y que también fue a veranear a mi pequeño paraíso una quincena después que nosotros....
No las conté, pero más de un centenar de ellas sí que había. La saca, según reflejaba en su timbre impreso era para doscientas cartas y....se llenó..... Había cartas de todas partes de España, incluso algunas en francés y en ingles....
Las fui clasificando por provincias descartando las extranjeras porque, obviamente todavía mi nivel en idiomas no era el óptimo para contestar en el caso de que decidiera hacerlo, que la primera inclinación fue solo leerlas, pero claro, una carta es un pedacito del interior de alguien, del remitente, normalmente, y algunas, la verdad, con toda la sinceridad de que soy capaz: algunas me conquistaron de entrada y merecían, al menos, una respuesta resumen de lo que había sucedido, una explicación al por que nunca recibirían una respuesta al asunto que trataban, dado que yo no buscaba nada, sino que me buscaron algo, me gastaron una broma, una venganza pobre, un susto, un mal rato porque soy –o era- muy tímida y, leyendo, leyendo pude vivir una experiencia totalmente nueva, regalada y rara –la verdad- porque, a pesar de que invertí mi tiempo en explicar contestando algunas de aquellas cartas lo que había sucedido, aún así, muchas de ellas, se conformaban con saber que yo existía, algo que para mí fue novedoso, extraño, pero al tiempo....enriquecedor........Digamos que ciertos chicos volvieron a escribir ya sabiendo lo sucedido y ya por mí. Y aquellas nuevas cartas tenían un denominador común: Me enteré de que se transmitir muy bien y de que además el efecto de lo que yo pueda decir, es completamente inverso a las intenciones que yo pretendo.....Veamos más despacio qué quiere decir esto...

04 mayo 2009

Mi carta a mi maltratador


Odiado y temido por siempre personaje de esta vida real:
Me dirijo a ti en esta carta abierta para hacerte llegar mi repulsa desde la seguridad con la que me ha dorado el tiempo y las ganas de saber, sobre todo por qué y aunque no haya encontrado respuestas aún, no puedo por menos que llegar hasta aquí en este humilde gesto de bondad e inocencia que se niega a macerarse con tus viles actos para dejar una puerta entre abierta a la esperanza y a la luz.

Sí, la luz, ya que tú te encargaste de cubrirlo todo de oscuridad, de teñirlo de una noche negra y fría que aún me cala el estómago (nunca abandoné los anti-digestivos) por más que jamás recuerde el nombre del dichoso medicamento para chupar. Almax, tal vez? Puede ser?.
Desde la distancia confío en que más mujeres sean capaces de marcar las suyas y abandonen esa oscuridad de la que te hablo, y que comienza la primera vez que miras a los ojos a tu presa, es lo que a mi me hiciste sentir, y la confundes con esa otra mujer que te amargó la existencia desde niño, tu madre?.

No encuentro otra explicación, bellaco, como no sea en respuesta a la represión que te impuso aquella dama angelical que solo pretendía tu bienestar, acaso nunca te lo demostró o sería más bien que tú no quisiste ver y te ibas guardando cada gesto, cada acto de amor, puro amor?Eran otros tiempos, compréndelo, tú naciste avanzado al tuyo? Te hubiera gustado un mundo mejor, diferente, a tu imagen? Perdona que te diga pero te perdiste toda una vida, que es el más preciado regalo que se nos concede, y la buena señora consiguió entonces una gigantesca carambola que me toca a mi ahora cerrar, primero en la distancia contigo, y después me espera todo un camino por recorrer y evitar que se repita la historia con la semilla que tú y yo depositamos bajo este cielo azul y noble, sereno, bello y hermoso, aunque tú no lo quieras ver así.
Tan solo confío y espero a que mis desvelos logren su fruto, un fruto que nace del amor y de la paciencia, de una sonrisa, de un abrazo, de una compañía, todo lo que te negaron, ya lo sé, y que tú nos negaste a tu hija y a mi.

Ojalá la pérdida de lo que construímos juntos, aunque fue poco, te sirva para darte cuenta de que el camino empieza ahí y no en la venganza de todo lo que te fue negado, reaccionando siempre como un niño pequeño oculto en un cuerpo de hombre que solo tiene de eso el?.nombre.

Podrías abrir los ojos de una puta vez?. Porque ahora tu madre y tú me importáis un puñetero bledo, ya os tengo lejos, pero me preocupa mi labor, mis aciertos, mis errores, porque los siento menguados día tras día, estoy coja, me falta algo, lo que yo elevo, tú lo tumbas, es lo peor de todo, con lo que cuesta educar y encima tener que hacerlo a medias, no sé en qué estaría yo pensando cuando te contemplé como el hombre ideal, carita de bueno, buenas maneras, buena tertulia y??.podrido por dentro, pero es que juraría que tú no eras así, que te convertiste?.

Da igual, ya no busco respuestas para mi, solo para mi hija, cuando se trata de ella, me crezco, me elevo muy lejos, hasta el infinito?.Volví del mundo perdido de los sueños, del amor roto hecho pedazos y el orgullo ultrajado hecho jirones por ti, solo para estar a su lado y ver como te pone en su sitio, dale tiempo y todo lo que yo no hice, quien no fui y debí ser, se reflejará en ella, no le vas a dejar más camino, porque te quiere, eres su padre, pero como se te ocurra ponerle otra vez la mano encima, en uno solo de sus pelos, ahora la rabia se multiplicará por dos, por veinte, por doscientas mujeres o más que te pondrán en tu sitio. Mi vínculo para contigo no valía la pena el esfuerzo, pero ahora hablamos de la misma sangre y la misma corre por las venas de mi hija que por ti, de modo que abre los ojos, despierta a la vida, acepta tu regalo, abandona los pinceles de tus caprichos, imagen y semejanza y compórtate o te arrastraré de los pelos que no tienes donde más te gusta a ti tirar, pero te los encontraré, no lo dudes.
Espabila y lo siento pero no te deseo que seas feliz, deseo que abras tu mente y te complementes y compenetres con el legado que mi vientre ha dejado a tu cuidado cada quince días y mitad de las vacaciones, no quiero más, me lo debes, no lo olvides, PROHIBIDO OLVIDAR, sellado con sangre, una gota de sangre con carita de niña y cuerpo de mujer, vela por ella como no supiste velar por mi, cuídala como nunca me cuidaste a mi, yo solo era una extraña, tenías excusa, ahora NO.

Y púdrete en el infierno cuando termines tu labor, por mi, como si te achicharras.
Fdo, Una madre maltratada arropada por un presente feliz, POR FIN.

Relato de encargo...Para Román y otros...


El día elegido había llegado, en el calendario era sábado, cinco de enero del nuevo año ocho, dulce como un bizcocho, o así lo imaginaba María de camino a la estación, sola, como siempre, para encontrarse con su buen amigo Román, que la esperaba al otro lado de la vía.
Román, posiblemente acunaba en su imaginación un encuentro único, chispeante y provechoso ávido de unas intenciones masculinas con pinceladas de atracción desesperada….e instintiva.

María solo tenía en la cabeza escapar del caos y retomar una vida sana sin renunciar a saciar su curiosidad, quien era aquel hombre que le decía semejante cantidad de alabanzas y halagos expresados en cortas frases a través de pequeños mensajes?....
María debía realizar un trabajo de campo por la zona de Narón, de modo que avisó a Román, le llamó y se lo comunicó hacía una semana, margen más que suficiente para sincronizar intenciones, por lo menos…

-Hola, Román, como estás? Voy a pasarme por tu barrio, así que me he dicho…avisaré a mi buen amigo por si quiere verme, conocerme, ya que tenías tantas ganas, o eso decías….
-María, mi niña, nada me haría más feliz, vendrás sola o con tu guardián? Es para llevar el veneno preparado y echárselo en su copa cuando brindemos por nuestro encuentro…

-No me digas esas cosas, Román, que me asustas…
-Perdona, cielo, ha sido la emoción de la noticia, a qué hora llegas? Donde tengo que ir a verte y abrazarte?

-Será un viaje de ida y vuelta, Román, llego a las nueve de la mañana y vuelvo en el tren de las nueve y media de la noche, de modo que al salir del vagón, te esperaré en el andén media hora, no más, luego iré a hacer mi trabajo y estaré de vuelta a la hora acordada con la agencia para entregárselo, de acuerdo? Procura no retrasarte, mira que no te conozco y no puedo perder el tiempo esperándote…
-No te preocupes, allí estaré, encanto, pero dime, te reconoceré?

-Sí, claro que sí, recuerda que nos hemos visto por web cam, asi que me encontrarás a la primera, ya lo verás…y yo a ti también….
-Y como vienes solo para un día, no me va a dar tiempo de enseñarte nada…?

-Es lo que hay, Román, la distancia tiene estos inconvenientes, pero me pareció buena idea aprovechar la ruta de mi trabajo para complacerte al menos en algo, ya que en otros aspectos no puedo…

-Está bien, conforme, te lo dije una vez y sigo pensando lo mismo, no me retracto, eres un regalo divino y será un placer compartir contigo un día, es poco pero lo guardaré en lo más placentero de mis recuerdos…

-Pues allí estaré, un beso, Román, y hasta pronto.
María durmió y leyó acostada en la litera de su tren sin compañía alguna. De vez en cuando miraba por la ventana la soledad y la oscuridad de la noche e imaginaba un viaje distinto acordándose una y otra vez de su guerrero espartano convertido en mago gris, una asignatura pendiente que algún otro día como aquel debería superar o….catear, de momento le tocaba a Román, aunque los fines últimos fueran bien diferentes, aquello era encajar una visita en su agenda de trabajo, a su mago le dedicaría lo que él deseara, siempre, desde las 00 horas de aquel día, se la había metido en un bolsillo como un hada buena y plena de entrega, pero…por qué? Por qué ocurrían cosas así? Como saber la respuesta? Imposible….Ni aún viajando mentalmente entre el billón de sus neuronas lo entendería….No existía comprensión alguna, tan solo atracción, una ley física capaz de trascender e imponerse ante cualquier plano o fundamento.

Pensando en aquello se durmió hasta que el pitido del final de su trayecto devolvió a María a la realidad.
Ligera, se levantó, estiró un poco su litera, fue al pequeño baño del que disponía y se atusó un poco, lavándose la cara, los dientes, un poco de crema hidratante, colocó sus rizos con algo de agua y fijador y tomó de la maleta el vestido blanco decorado con hojas otoñales largo hasta los tobillos pero con generoso escote, siiii, le encantaba lucirlo, era tan atrayente, pero….si no le gustaba Román, por qué se lo ponía? En su maleta dormía otro modelo negro de terciopelo bastante elegante, pero sin saber por qué prefirió el de hojas, se calzó sus botas, la capa y salió del vagón no fuera que reiniciara el trayecto en dirección contraria y se quedara sin trabajo y sin visita.

Nada más bajar las escaleras, encontró una sonrisa amable que le tomaba de la mano para ayudarla a bajar, como un Caballero galante y ya sin disfraz….era su amigo, Román.
-Tenías razón, María, te he reconocido al instante, qué tal el viaje?

-Bien, gracias, Román, eres muy amable.

Román la abrazó suavemente y enseguida se apartó de ella para no incomodarla. María correspondió a su abrazo y le devolvió una sonrisa tranquilizadora. Su galante caballero la llevó a un buen sitio a desayunar, sabía que era el tiempo del que disponía para estar con ella y lo aprovechó al máximo. Dieron las diez, las once y hasta las doce en entretenida conversación, recordando todas las cosas que compartían de un tiempo a esta parte y que ahora se fijaban en la memoria y el recuerdo de cada uno, con alegría y esperanza de que nunca cayeran en el olvido: confidencias, espinas, temores y deseos sin pantallas ni espejos por delante, solo el calor del local y el humano, que era mucho.

Después, Román se ofreció para llevar a María donde ella debía realizar su trabajo, como un testigo mudo de su quehacer y ella aceptó encantada. Aquello alargaría un poco más el regalo de Román, que la miraba embobado sin saber qué más decir.
Pero estaba dicho todo, absolutamente todo y María volvió en el mismo tren a la hora convenida a Madrid, donde su vida le esperaba, aletargada y con un bonito recuerdo en su corazón, no fue solo un viaje de trabajo, fue algo más, fue una guirnalda coloreada en turquesa que María siempre luciría con cariño en la cuerda de su vida…..

Hoja al viento


Sería el examen más difícil de su vida, el de enfrentarse y probarse a si misma, todo un reto. Pero había decidido no ser una hoja más a merced del viento, sino disponer, levantar, construir laboriosamente un mañana y otro más sin descanso e ilusión, se sentía capaz de despertar de su sueño dormida y echar a andar con decisión y firmeza, como toda una Princesa. Caminar con la fuerza que la ilusión da, pero tocando firme sobre el suelo después de pensar y reflexionar, y si hacía falta, meditar. Y vivir sonriendo sin parar, sin descansar. Como le enseñó su amigo, su mejor amigo, aquel que ocupó el lugar de sus padres en aquella jungla vital, que apostó por ella y le tendió su mano sin dudar y que le dio un nombre auténtico, verdadero Libertad….