24 enero 2009

El encuentro "sorpresa".


Este relato está escrito a modo de experimento, entre 4 navegantes de Internet que coincidimos en mi foro favorito , a ver quien sabe entre quienes y lo que escribió cada uno Lengua esperamos que os guste Sonrisa y haya pronto una convocatoria a 5 Giñar

El tiempo no acompañaba, pero Luisa tenía muy claro que hoy quería sentirse especialmente atractiva. A pesar de la llovizna se había puesto sus zapatos preferidos, esos cuyo tacón realzaba la esbeltez de sus piernas. Haciendo caso omiso de las bajas temperaturas anunciadas, había decidido lucir ese escote que tanta seguridad le daba, pues sabía muy bien el efecto que causaba en los hombres. Un abrigo bien cerrado y se libraría del frío y de las miradas no deseadas, problema resuelto.

Mientras esperaba a su cita, removiendo el café impacientemente, volvió a recrearse sobre cómo sería él. La curiosidad mantenía ocupada a su imaginación desde hacía un par de días, momento en que por fin se decidió a proponerle una charla cara a cara en un café y unas compras compartidas en un sex shop. El había aceptado, también le apetecía ponerle cara a un Nick que comenzó en un foro erótico y continuó a través de interminables charlas que llenaron tantas noches con el Messenger como vehículo de sus pensamientos. Noches llenas de complicidad, sinceridad y una confianza fraguada lentamente, sin darse apenas cuenta. Ensimismada en estos pensamientos no advirtió la llegada de una figura que, situada tras ella y a pocos centímetros de su oído, le susurró en voz baja:

- Si el resto del cuerpo que adivino bajo tu abrigo es como esas preciosas piernas que tan solo dejas intuir, creo que nos saltaremos la visita al sex shop...

Nunca había escuchado su voz, pero conocía con exactitud quien era el dueño de aquellas palabras.

Levantó la vista, y por fin un rostro se dibujó, y su personaje tomó forma. Recordaba que lo primero que le llamó la atención fue su largo y raro nick on a low flame, pero sobre todo su forma de escribir. La había poseído con cada palabra, conocía el plano de su cuerpo y sería capaz de abrir todas las puertas del deseo.

Aquella mirada hizo que se congelara el tiempo. ¿Estaban solos en aquel café? Sólo sabía que verlo en persona la había encendido y como en aquella película, se sintió Kathleen Turner con fuego en el cuerpo.

Se dieron dos besos, besos sobrios. Pero en su boca quemaban todos los besos que todavía no le había podido dar. Tras una conversación protocolaria, Luisa decidió romper el hielo. Vamos, he reservado una habitación en un aparthotel cercano.

El camino era la primera puerta… el tiempo necesario para observarla, para estudiar sus rasgos, su piel, su olor… Apenas hablaron, pero los dos eran conscientes de su excitación. En él, mucho más evidente.

Ella entró primera, y sin a penas dar tiempo a que se encendieran las luces se abalanzó sobre él. Le besó con pasión, como besaría el condenado a muerte al que se le permite el último beso. Desató su lengua para recorrer la profundidad de su boca, para hacer suyo aquel paladar.

El tiempo era oro, y quería gozar de cada segundo. Le quitó la chaqueta y tiró su abrigo, dejando a la vista sus voluptuosas formas. Apoyados junto a la pared, fue desabrochando la camisa y acariciando su torso, sin parar de besarle. Mientras él, notaba como aquel cuerpo rozaba su sexo, como aquellos pechos le oprimían y preso de su excitación levantaba aquel vestido en busca de…. unas largas piernas que terminaban en unas nalgas redondeadas, lo que le hizo imaginarse esas piernas rodeando su cintura, y terminó de quitarselo rapidamente.

Sin dejar de besarse, él le cogió las manos y se las subió hacia arriba por encima de su cabeza y sus manos subían y bajaban por su cuerpo dibujando sus curvas, mientras su boca recorría el cuello, el lóbulo de la oreja, los pechos de Luisa, dejandole una sensación de fuego con su aliento, su cuerpo apretado contra el de ella haciendole notar su erección. Después, dandole la vuelta, le puso la cara y las manos sobre la pared, le hizo separar las piernas y retirarlas, ella estaba inclinada dejando a su merced su culo y con las piernas abiertas... él acercó una silla y le hizo poner una pierna sobre ella.

La postura ya los excitó a los dos, pero más cuando estando totalmente abierta y de espaldas.... sin verle la cara ni saber sus intenciones... empezó a sentir la mano de él por su rajita totalmente lubricada, frotandole al compas de los gemidos que escapaban de la boca de Luisa, su cabeza echada hacia atras, la otra mano de él recorriendole la espalda, rodeando su cintura, aprisonandole un pecho, pellizcando su pezón y cuando la tenia al borde del orgasmo la penetró con su sexo erecto y palpitante. sus respiraciones se aceleraron al ritmo del movimiento de sus caderas y los gritos de ella se unieron a los de él terminando extenuados.

Tras ese encuentro brusco, los dos se dejaron caer sobre la cama continuando hambrientos con sus besos y sus caricias cuando oyeron un toque en la puerta y el pestillo que se abria lentamente, quedandose los dos mirando hacia la entrada...


Una mujer hermosa entraba en la estancia con sus manos llenas de bolsas procedente de las rebajas. Simpática y contrariada, se quedó algo extrañada por el aroma que envolvía la casa y en un francés melodioso iba hablando sola en voz alta en dirección al dormitorio: “aquí huele a hombre, oui oui oui, ou est il?, je ne comprend pas, debe seg una sorpresa pour moi, ummmm, je encontragué, mais oui, segugooo…


Cada vez más perpleja iba despojándose de su propia ropa según se adentraba en la casa y al llegar al dormitorio observó como risueña, Luisa ya había tapado los ojos de su víctima con un pañuelo de seda y lo esposaba en los barrotes de la cama. El se dejaba hacer y se tranquilizaba al comprender que podría haber sido peor, Luisa podía tener marido, un marido celoso que le hubiera obligado a visitar el armario, pero sin duda la fiesta seguía y aquel encuentro se complementaría con una nueva sorpresa que él ni se esperaba….

- Ahora, querido, vas a conocer la lujuria y el desenfreno, el sueño de todo hombre, era una sorpresa muy especial que guardaba para ti, hoy, después de tanto tiempo de palabras, vamos a los hechos, disfruta, cari….Te presento a Jazmín, compartimos piso desde hace un año y alguna que otra vez hablamos sobre nuestras fantasías. Como somos tan heterosexuales ambas, a lo más que aspiramos es a satisfacer los caprichos de un hombre en un trio ciego, si estás de acuerdo…

-Yo ahora mismo estoy en la gloria, querida, haced de mi lo que gustéis, no os cortéis, para nada, soy vuestro.

Dicho y hecho, las risitas de la francesita llenaban la estancia, los gemidos de Luisa por la excitación de él apagaban de vez en cuando las risas de aquellas manos que inundaron el cuerpo de aquel hombre para seguir con su lengua y notar besos por todas partes, lametones, caricias llenas de gozo. Notaba perfectamente las distintas caricias de las dos mujeres, sus aromas diferentes, una cítrica, la otra más floral, una era salvaje, la otra tierna y dulce como la miel. No dejaron ni un solo poro de aquel cuerpo al amparo de la soledad, terminó empapado en placer cuando una lo montó como una yegua salvaje mientras la otra le ofrecía del cuenco de su nectar más íntimo y a la hora de la explosión de su leche pudo notar perfectamente las dos lenguas saboreando su corrida…

Exhausto, cuando las dos mujeres sonriendo y contentas le soltaron, le dejaron ver y le sirvieron una copa de un extraño y morado licor, solo pudo añadir: ¿cuando repetimos?.

AQSJ

17 enero 2009

El placer de compartir


Después de publicar Tela de Araña he tenido el gusto, el honor y el placer de compartir relato con otras personitas de internet, ha sido un experimento fabuloso, repetiría cualquier día, de hecho repetimos más veces, hoy os presento el relato titulado TRES CABEZAS Y SEIS MANOS...y espero que os guste.

Este relato nace fruto de un experimento de la nasa. Para ver hasta donde llega la lujuria del ser humano, encerraron a dos mujeres y un humbre con un sólo bolígrado y les pidieron que redactaran un relato, sin hablar. Cada uno seguiría lo que había escrito el otro. No podemos desvelar el nombre de los seres que sufrieron el experimento así que bajo un nombre fictício les llamaremos Suave, Jade y Quòlet. Esto fue lo que dio en pocas horas de sí, tres cabezas y seis manos.



El nerviosismo latía en su corazón, no sabía el por qué o si lo sabía pero no se lo terminaba de creer, le parecía mentira, sí, eso era.

Una mentira convertida en toda una aventura, día y noche dejaba volar su imaginación, alimentándose de ella, una mentira extraña de película de Bertolucci.

Elisaida miraba su reloj nerviosa, después asomaba su carita por la ventana del mirador de su saloncito, corriendo las cortinas con impaciencia, para ver si el coche llegaba de una vez, aunque no sabía ni qué coche llegaría a la puerta de su nueva casa.

Porque Elisaida había inaugurado su nuevo hogar, rompiendo con todos y con todo allá en la montaña, donde había permanecido secuestrada más de dos años, dos largos años que aún pesaban en su corazón, imposibles de borrar sin la ayuda de su amigo especial y como la época lo permitía, era imposible esquivar la cita. Ella deseaba enseñar su nuevo hogar a las personas más importantes de su vida y él era una de esas personas.

No tenía ni la más remota idea de cómo frenaría su deseo, de cómo aplacaría sus ganas de acariciarle, besarle y transportarle hasta el imperio de los sentidos, de cómo permanecería quieta, tranquila y sin ir más allá de un beso en sus mejillas, las mismas mejillas que hacía ya mucho tiempo se sonrojaran cuando ella le preguntara donde había estado todo este tiempo pero daba igual, la visita ya no se demoraría más porque él, galante como siempre, aceptó su invitación. Porque a él le importaba su vida y su bienestar, para eso eran amigos, sí, una amistad extraña en nuestros tiempos pero que latía fuertemente tanto a gritos como en el más profundo de los silencios.

Al principio Elisaida dudó, seguro que era por compromiso pero cada vez que él lo mencionaba: "a ver cuando me invitas", ella, desde lo más recóndito de sus entrañas, sabía que lo proponía de verdad, lo había demostrado a su manera, con su paciencia, su caballerosidad, su cariño, su sonrisa y su ánimo.

Ensimismada en sus planteamientos, no se dio cuenta de que el timbre de la puerta no paraba de sonar….


Se dio la vuelta y se entretuvo en mirarse en un espejo y comprobar que estaba como ella quería, su vestido negro hasta por encima de las rodillas, ese escote en pico que dejaba entrever sus pechos redondeados, su colgante largo en forma de lagrima de ámbar y sus altos tacones que estilizaban sus largas piernas enfundadas en unas medias negras sujetadas por un liguero que había comprado expresamente para esa cita.... se veía guapa, se sentía segura de sí misma.

Al abrir la puerta se encontró cara a cara con él, estaba tan atractivo, tan seductor con esa media sonrisa, ella se quedó sin respiración y él dio un paso hacia ella y le besó los labios suavemente, ella cerro sus ojos y disfrutó de ese momento de contacto tan sutil.

Elisaida se recuperó como pudo y cogiéndole de la mano le llevó hasta el sofá que estaba delante de la chimenea ya encendida que caldeaba el ambiente. Él le entrego una botella de vino que dejaron sobre la mesa y se sentaron ante las llamas rojizas que bailaban ante ellos. Se miraron fijamente y ninguno de los dos pudo reprimir sus deseos.... Elisaida sabía que no podria reprimirse, quería acariciarle, besarle, ser amada y que de algún modo aplacara ese calor interno que la hacía arder por dentro.

Él le cogió la cara con un mano y la besaba intensamente, mientras su otra mano reposaba sobre una de las rodillas de Elisaida... mientras el beso se iba haciendo más lujurioso, más arriba subía su mano por el muslo de ella, a ella le estaba faltando la respiración y sintió que se tenia que agarrar a su cuello, como si fuera cayendo en un pozo y él fuera su salvación.

La mano de él llego a las cintas del ligero, siguió subiendo y se encontró con los rizos de su sexo que se le brindaba desnudo... no llevaba ropa interior y eso lo puso muy excitado.... su propio sexo tomó vida propia y parecía que quería salir a su encuentro.

Ella abrió ligeramente sus piernas invitándole a introducirse en su interior, necesitaba que la transportara a un mundo lleno de éxtasis y fantasías y él no la iba a decepcionar porque como un tigre enjaulado se lanzó sobre sus muslos. Pero no tenía prisa por introducir su miembro dentro de aquella maravilla. Separó las piernas de Elisaida e introdujo su afilada lengua en su sexo. Se movía como si conociera cada uno de los rincones. Primero suavemente, buscando con la punta de la lengua zonas prohibidas. Zonas que hacían temblar a la chica. Notaba la tensión en sus muslos y en seguida empezó a escuchar sus gemidos. Primero suaves, pero conforme modificó la velocidad de aquella máquina de placer en la que se había convertido aquel órgano muscular, los gemidos se convirtieron en gritos. Gritos que ensordecieron los aullidos de los lobos que reinaban fuera, en la oscuridad de la montaña. Había perdido el sentido del tiempo y no recordaba desde cuando gritaba, pero quería más, la noche no había hecho más que empezar.

De pronto, observó que el buscaba entre sus bolsillos, con prisas y nerviosismo, como quien busca las llaves que nunca supo donde dejó. Sacó un pequeño tarro, que abrió con delicadeza y untó un dedo con su contenido. Pronto supo de qué se trataba. Mientras seguía jugando con su lengua, uno de sus dedos comenzó a realizar un masaje por su ano. Sin duda, le estaban preparando una sorpresa. No sabía si temer a lo desconocido o dejarse llevar por aquellas olas de placer intenso. La duda duró un segundo, el tiempo que tardaron sus cuerdas vocales en volver a lanzar un grito de placer.

El tigre se volvió a lanzar sobre ella, esta vez sí, arqueó su cuerpo e introdujo su miembro en aquel húmedo espacio, con serena maestría. Hasta el fondo….el cuerpo de aquel hombre empezó a balancearse, lanzando embestidas en cada una de las idas y venidas, y como el polizonte que no quiere caerse del barco, se agarró al culo de aquel hombre. Empezó a sobar aquel culo duro como el que disfruta de su suerte con el flotador… sin ser consciente de si lo que le excitaba más era aquel culo o el miembro erecto que reinaba entre sus piernas.

Se sentía una muñeca, y más aún cuando en un movimiento sorpresivo la puso a cuatro patas, y volvió a verse inundado su sexo por aquel firme miembro. Mientras aquellos dedos volvían a hacer su trabajo, dilatando cada vez más su ano…. Nunca había practicado sexo anal y…..

Escuchó un grito, muy cerca. Abuela! Te has vuelto a dormir! Cada Navidad le pasaba lo mismo. Después de cenar, se sentaba junto a la ventana que había junto a la chimenea y un profundo letargo le invadía su cuerpo. Lo difícil de explicar a la familia es que siempre soñaba con el que fue el mejor día de sexo de su vida. Sólo esperaba no haber hecho una cosa… gritar mientras soñaba.

14 enero 2009

REVIVIENDO


Aquí estoy de nuevo, era incapaz de desaprovechar este blog cuando alquien que me aprecia tanto depositó en mi toda su confianza para que me abriera camino, sí, en una senda de miel pintada que yo solita cerré sin saber muy bien por qué, cobardía? miedo? puede ser...
Ha pasado el tiempo y mi evolución me ha traido de regreso a este camino, porque todo lo que se sueña y realiza con cariño, antes o después regresa.
En estos dos años. casi tres, he publicado mi primera novela, he conseguido convertirme en agente literario, me gusta ayudar y sobre todo apoyar a las personas que como yo se pierden por el desvarío que hoy en día supone publicar, todos escribimos, casi nadie o muy pocos leemos, bien, para vosotros, seais quienes seais y esteis donde quiera que esteis, Marieta vuelve, para mostrarte el camino, para hacértelo más llevadero, para que no te sientas solo, cuenta conmigo.
Mi primera novela se titula Tela de Araña y quiero presentártela, vale la pena, sobre todo para ti, navegante de Internet, porque cada pantalla que tengas delante, te recordará a ella...