23 febrero 2010

Diario de una mujer...y (IV)


Ejercer de buena hija, la verdad es que le produjo bastantes quebraderos de cabeza: primero, contentando a su madre y al recuerdo de los sabios consejos de su querida abuela con aquella plaza en el Ayuntamiento de Manderón sin los resultados que cabía
esperar en una estudiante brillante como lo era ella. Pero, claro, un pequeño detalle se le escapó a doña Laura, un detalle que reflejaba claramente el cuaderno de recuerdos de Nora y que no llega a la misma conclusión leido con dieciocho años, a leerlo con la edad de Cristo, que es la que más o menos ahora tiene nuestra protagonista:

"Creo que Frasco es un buen hombre, aunque me ha confundido con la entrevista de esta mañana, porque me ha hablado de una plaza de auxiliar administrativa en el Ayuntamiento, pero me parece que se ha anticipado un poco porque la plaza tiene que publicarse no sé dónde y todavía no han redactado el anuncio...sin embargo lo que más parecía preocuparle era si estaría dispuesta a presentarme en las elecciones con su equipo de gobierno y al manifestarle que yo no entendía nada de política me ha corregido. Para él era suficiente saber que yo era una joven responsable, obediente,
sensata y estudiosa. De lo demás se encargaría él mismo; que si era un pueblo pequeño, que si me llevaría poco tiempo... Antes de darme cuenta de lo que hacía, le he dicho que sí..."

Con la edad de Cristo se comprenden muchas cosas que la adolescencia no te deja ver cual catarata metafórica que te oculta la realidad porque el grado de madurez de cada persona se consolida cuando la madre y sabia naturaleza determina, y se acabó.
También es verdad que no existe razón que justifique la actitud de Nora de hacer siempre las cosas que los demás esperan de ella y por suerte éso ha cambiado; ¿el detonante?, su cansancio, la rebeldía terminó por aflorar y.....otro hombre, su amado...un ser extraño que lo cambió todo en su vida poniéndola de patas arriba...
Un "polo negativo" y un "polo positivo". Ambos, y de la manera más pacífica, sutil y civilizada pero sin sentido consciente alguno, dominaron a Nora largo tiempo....devolviendo a la Cenicienta de todos a la realidad de su propio cuento, de su historia, su timón y su identidad.

De todas maneras, Nora debía ser un especimen raro de la sociedad, una excepción que confirmara la regla del egocentrismo innato y legítimo de la humanidad porque de lo contrario no se podría explicar que se adentrara en un pequeño negocio, próspero para
más inri y que lo convirtiera en oro para más tarde convertirlo en su propio principio del fin y destrucción moral personal...¿Cómo pudo dejarse llevar por algo así?, solo el amor tiene la respuesta...

¿Suena " fuerte ", verdad?. El cuaderno de recuerdos es muy indulgente cuando recordando aquella situación comenta escrito en tinta:
?Ha sido mi primer paseo por la calle como mamá y he sentido un orgullo y una felicidad que no podría explicar, por mi pequeña, que sin duda se ha convertido en el eje de mi vida y en mi motivación para todo. Nunca me hubiera imaginado que el vínculo con mi hija podría llegar a ser tan fuerte. No me canso de contemplarla, me siento inmensamente feliz por disfrutar de ella de esta manera que lo estoy haciendo, al cienmpor cien, sin preocuparme de nada más, por mí se puede ir todo al garete, puede llegar la ruina en el negocio, que yo solo duermo de noche y vivo de día dando las gracias a las circunstancias que me han favorecido para que sea así, a haber aprendido a decir NO, aunque...presiento algo...pero no sé muy bien el qué. Mamá ha esquivado hoy la conversación, que por otro lado yo misma evitaba sacar tan pronto, porque a penas llevo una semana en casa, pero "algo" me ha impulsado a tener una charla trivial entre una madre que ha aparcado su trabajo para dar a luz y una abuela que parece no tener ganas de ejercer como tal. Creo que la paz recuperada tras un embarazo algo complicado que por fín culmina tranquilamente, me va a durar muy poco, porque, claro, yo soy la estrella de ese negocio, fundado con parte de mis ahorros y los de mi compañero y la verdad, lo reconozco, es que no sirvo para quedarme en casa, pero tampoco para volver a la jaula y si resulta que empiezo a atar cabos para, igual que hice con mi negocio, dejar a mi niña en las mejores manos que se me ocurren, o sea, las de mi madre, o sea, su abuela pero no para volver a la jaula....¿Qué hacer para no volver a la jaula ni a esa oficina tan aburrida, contra viento y marea....?.?
Yo lo que quiero hacer es disfrutar de mi niña hasta que me canse, que por el negocio no me preocupo , mi compañero lo lleva de maravilla, seguro que encuentra a alguien que vuelva a darle brillo y color bajo las luces de neón...Yo confío en eso....porque los dividendos ésto o lo de más alla...No me gustan nada ciertas actitudes que empiezo a entrever , pero creo que el error ha sido mío por pensar que mamá sobreentendería que su hija, o sea, yo, se compró una casa en las circunstancias que fuera, porque de no ser así no se la hubiera comprado nunca, porque las hipotecas están por las nubes y que tuvo una hija porque si lo hubiera pretendido reservar para un mejor momento, el momento no hubiera llegado nunca, pero que no puedo ejercer de ama de casa porque mi espíritu no es de tan digna condición, que nunca podría acostumbrarme a depender del jornal de mi compañero, simplemente porque no tengo sangre para una situación así. Quizás una temporada, pero no indefinidamente. No, mamá no se ha dado cuenta de todo ésto; más bien opino que tiene la impresión contraria y que con la alegría de mi niña se me olvidaría el negocio...Pues, resulta que tengo un problema muy gordo..."

Y mayúsculo fue el problemilla, pero Nora nunca olvidó con quién estaba tratando, con su madre y con su amado, lo que ellos sí olvidaron y se agarraron como lapas a un negocio abandonado por su titular, por una razón más que justificada, pero...se aplicó el viejo dicho: "quien se fué a Sevilla....", como si me importaran mucho los beneficios con la sonrisa que me ilumina cada tres horas que toca dar de mamar...
Lágrimas derramó por no saber hacia donde dirigirse: un abogado, un psicólogo o directamente hacia el vacío. Pero entonces su pequeña le daba fuerzas, precisamente lo que más necesitaba y cuando Nora se sentía repleta de aquello que hay que llevar
dentro para exigir a su amado algo de dignidad monetaria para comprar pañales a cambio de otro tipo de colaboración que no fuera rutilar bajo las luces, su compañero le disipaba la idea por llevar implícito el sello de la lucha, pero Nora debía luchar por su niña. Quería lo mejor para ella y sin ingresos...¿qué le podría dar?. Una y otra vez se auto-aconsejaba no hacerlo de manera brusca , "así, no, Nora, te arrepentirías el resto de tu vida. No te pongas a su mismo nivel, que me conozco y no podrías soportar las consecuencias.". Era injusto, si, las enseñanzas de la vida suelen parecerlo.

Definitivamente, renunció al negocio que fundara con todo el dolor de su corazón. Sabía que así, se cerraría para siempre la puerta de ser su propia desdicha y motivo principal que la impulsaron a crearlo, la juventud, que algunas veces llega loca, rebelde, creativa pero....incorrecta...
Y entonces, absorbida por una oscuridad dulcificada en cierta forma por los "gorgeos" de su pequeña, al igual que existe la " llamada de la sangre", del deber, o del teléfono, el "¡ringgg¡ de la vocación afloró en ella, por fín sin condiciones añadidas. Sin saber muy bién cómo, ni en qué momento de su vida, Nora debió heredar una venda en los ojos que no le permitía darse cuenta de muchas cosas y tuvo que ser Frasco, aquel señor con quien simplemente se cruzaba por el camino que le conducía al Instituto, cansado de ver que apenas dormía por las noches, de que apenas comía ni sonreía, quien tirara de aquella venda con fuerza hasta desprenderla por completo de su rostro. Ya no sólo le tapaba los ojos, tambièn la nariz y de no destruirla, acabaría por taparle su boca.

Frasco, con toda la paciencia y el amor del que fue capaz, charló una y otra vez con ella, recordándole cómo la conoció: segura, libre, fuerte... y haciéndo que ahondara
en sus sensaciones actuales: tristeza, dolor y sumisión, una sumisión sin recompensas porque de haber seguido con aquel juego, Nora tendría que salir todos los domingos de casa para trabajar en su negocio, dejando a su niña al cuidado de su abuela solo a cambio de un jornal, se perdería tantas cosas y momentos que no estaba dispuesta a perderse.....Ella quería disfrutar de las travesuras y ocurrencias de aquel pequeño ser que se había instalado, sin pedir permiso, en su hogar y adueñado del protagonismo de los dos. De modo que Nora ofreció a su hija una dedicación digna, aunque para ello todo acabara saltando por los aires. Dejó de ir los domingos a trabajar para dedicarlo a contemplar el despertar de los seres que más le importaban en el mundo; se alimentó de pequeños detalles que no tardarían en aflojar su atadura: risas en el desayuno, juegos en la bañera, paseos por el parque, la compra de la casa....También dejó de preguntar por su sueldo porque iría directamente al banco mientras que de la otra manera ya le dolían los oídos de escuchar siempre los mismos pretextos: "atravesamos una crisis , yo tampoco cobro lo que tú crees, al fín y al cabo cuentas con un sueldo, no te falta de nada, pronto remontaremos este bache, toma mil duros y apáñate...".

Renunció a un sueño de juventud, esos que se forjan sin pensar demasiado , pero tal vez era un sueño equivocado. De hecho, un domingo, acostó a Natali y se dirigió a la habitación donde Eddy se disponía a dormir. Le había salido un trabajito extra para el lunes y debía estar descansado, de modo que aquel domingo no sería como todos los demás.Normalmente, como otras muchas parejas, solían aprovecharlo para reforzar sus vínculos, recordar cierto romanticismo y estar juntos en el sentido más íntimo, pero Nora sabía muy bien que trabajar un lunes obligaba al cuerpo, que no a la mente, a renunciar a ciertas intimidades que pueden prolongarse en la noche para molestar a la mañana siguiente, de modo que se acercó a la cama y le dió un beso de buenas noches, el más inocente que se le ocurrío. Las intenciones de Eddy eran las de dormir, pero claro, Nora, al agacharse para besarle, dejó ver su canalillo y algo más que provocarían en su compañero un relámpago de deseo reforzado por el lugar delicado dónde Nora fue a depositar su mano, sin querer. Eddy no podía adivinar si lo había hecho con intención o no, de modo que deslizó las suyas por aquellas partes blandas que se le insinuaban a pesar de la tenue luz de la lamparilla. Una cosa llevó a la otra, las caricias se sucedían a lo largo y ancho de ambos cuerpos...porque tenían que recuperar demasiados domingos de ello. Puede que no se prolongara el romanticismo, puede que fuera simplemente "amor con las manos", pero lo necesitaban. Eddy se durmió enseguida, como un osote grande, no sin antes recordar a Nora lo mucho que la quería y lo a punto que había estado de arrojar la toalla. Se alegraba de no haberlo hecho, de haber seguido luchando hasta su despertar. Ahora podía estar tranquilo de que el siguiente paso que se le ocurriera dar a Nora, sería el acertado: "ya no hay nada que obstruya tu lindo mirar, ese que me envuelve y embriaga y que no me deja en paz hasta que te poseo. Ahora sé que te he recuperado, que vuelves a ser tú".Nora salió de la habitación pensando en las últimas palabras de Eddy. En silencio e impreganada aún del dulce eco de las caricias de su amado, encendió un cigarrillo y
se recostó en el sofá. Todavía le resultaba doloroso recordar el último episodio, "batallita" decía ella, con su madre . Todavía le costaba recordar la última navidad, sin verse, sin invitación a cenar...Sólo su padre les visitaba de vez en cuando, para ver cómo su nieta crecía y aprendía a decir "papá" y dejaba la ropa pequeña...
En fín, hay asuntos que sólo el tiempo se encarga de colocar en su sitio. El tiempo es como la Historia: mientras suceden los hechos, máxime si son negativos, duelen, pero a medida que transcurre, enseña a generaciones venideras a no cometer los mismos errores del pasado. Además, la felicidad completa es pura utopía. Tenemos que elegir lo mejor para el momento que vivimos y para su momento, lo mejor fue el apoyo de Frasco, aunque le costara el intento último de una pareja que lo quería todo de ella...

A modo de epitafio, todavía recuerdo aquella última noche de amor de colores entre tú y yo...después todo fue distinto, al menos para Nora....

Cada mañana, llevaba a la nena a la guardería de una buena amiga y se ocupaba de las tareas de la casa, las comidas y de acudir a un despacho donde tras la puerta se acumularían rencores, celos y envidias, pero el interior era confortable, muy confortable: una mesa enorme, un mueble lleno de proyectos y un balcón con vistas al mar...una vista que nunca miramos juntos, ya te habías marchado, mi amado....
Después de la jornada , ya podía relajarse, conectarse a Internet y hojear el boletín oficial del estado y el de la comunidad para estar alerta sobre los proyectos y tareas a desarrollar al día siguiente en su nuevo despacho. ***FIN***

22 febrero 2010

Diario de una mujer (III)


Doña Laura tenía su propia teoría al respecto, como os decía. Ella opinaba que llegado el momento, Nora afrontaría los retos de un hogar sin tener que obligarla a realizar las tareas domésticas a disgusto, porque la verdad es que no le gustaban lo demasiado, solo lo justo, era más que evidente..... Muchas veces la joven se levantaba y ella misma se ponía a recoger, o a pasar la aspiradora, pero esa mañana, madre e hija sabían que era especial y que Nora necesitaba relajarse, pintar y pensar. Tal vez su futuro dependía de ello...

A punto de dar las doce (de la mañana), nuestra Cenicienta diurna recogió sus bártulos artísticos y se dirigió al ropero. Se pondría algo ligero dado que el verano en la costa es de carácter fuerte y ella calurosa. Como siempre, doña Laura le dió el último visto bueno y su toque personal en el pelo, el prendedor de la suerte.
Una suerte que en aquella ocasión no acompañó a la Nora de dieciséis añitos, como os podéis imaginar porque de haber sido así, hoy no estaría pensando en la indigencia tal y como se puede notar al principio del relato.

Y es que muchas son las veces que se nos ha dicho que la suerte " no es para el que la busca, sino para el que se la encuentra". Tampoco entonces Nora conocía la existencia de un sin fín de academias que te preparan para opositar (que se llama).
Lo único que Nora tenía a su favor era la capacidad de estudio y que por suerte era como montar en bicicleta, una aptitud que no se pierde con el paso del tiempo, sino que más bien engorda, se alimenta y de hecho, en la vida rutinaria de Nora no podía pasar un día sin dedicar al menos una hora a leer o estudiar lo que fuera (prensa, boletines, una novela, o un prospecto farmacéutico o sería incapaz de conciliar el sueño. En su defecto, cuando no le apetecía leer era porque prefería rellenar unas cuantas hojas de un cuaderno que no es que fueran precisamente un diario, sino más bien reflexiones, anotaciones, apuntes para una posible novela, ¿por qué no?.
Y, de pronto recordó que todavía conservaba aquel cuaderno que empezó a escribir cuando llegó a vivir a Manderón. Cerró la ventana y se dirigió al armario del estudio para buscarlo. Al principio utilizó uno tamaño cuartilla con muelle, pero con el paso del tiempo acabó utilizándolo de anillas para poder añadir todas las hojas que le hicieran falta y reunir todas sus reflexiones y anotaciones en un mismo sitio. Bien mirado, parecía haber material suficiente para una novela autobiográfica y esta vez no tenía nada que perder, la situación no podía ser más clara: o la indigencia o, por fín el camino que Nora siempre deseó tomar pero que desviaba una y otra vez por una razón, miedo. No se había dado cuenta hasta ese momento de que llegamos solos a este mundo, de que las decisiones más importantes en la vida de una persona se toman en soledad y de que además ahora no le debía explicaciones a nadie superior que censurara su parecer. De pronto, todo se había simplificado: se trataba, nada más, que de rescatar el viejo cuaderno, pasarlo a limpio o a ordenador y confeccionar una historia lo suficientemente interesante para que una editorial se comprometiera a publicarla.... Una voz interior le gritaba : ¿dónde está el problema?; tienes el material, las ganas, el tiempo y además, desde que dejaste la pintura cuando de aficionada a leer pasaste a necesitar escribir, parecías tener muy claro que convertirías esa necesidad en la herramienta de tu profesión. ¡ Se lo prometiste a tu hija cuando le faltaba un mes para venir al mundo, agarrándote tú misma a aquella promesa para no volver a la jaula, la noche, las luces, el humo…hiciste un taller de "Redacción Literaria” que aprobaste con sobresaliente...¡¡¡, ¿no te acuerdas de los elogios y buenos deseos recibidos, de las tarjetas de visita que te dieron?, ¿necesitas más pruebas?. Empieza a aporrear puertas, pero antes....escribe la historia.....

No, tal vez no eran pruebas lo que Nora necesitaba, sino liberarse de un fantasma del pasado, un fantasma llamado miedo, que siempre se había escondido en la obediencia de la hija que fué y que evolucionaba, con el paso de los años, en una increíble dosis de mala suerte y falta de ese egoismo necesario en su más justa medida en el ser humano.

Y es que a Nora le hubiera gustado licenciarse en Filología Hispana o en Filosofía y letras, pero cuando papá se negó a pagar la matrícula de la Universidad alegando como única razón que una hija suya no necesitaba estudios superiores, la joven Nora decidió seguir el consejo materno y simultanear el trabajo que le regaló su padre con los estudios, máxime con la seguridad y confianza que daba trabajar para un padre, en una oficina donde el trabajo, una vez terminadas las facturas, organizar papeles, y esas cosas...se quedaba prácticamente en nada.... Aunque le doliera profundamente dejar de estudiar con sus compañeras de Instituto, podría matricularse en el turno de noche por lo que se enfadó con papá, pero se enfadó menos que si no le hubiera ofrecido aquella alternativa, Nora era así.....incapaz de contradecir a un hombre, y menos, su padre....

21 febrero 2010

Diario de una mujer (II)


Por pura impaciencia juvenil, el próximo escalón hacia abajo la conduciría irremediablemente hacia la indigencia, se dijo a sí misma Nora aquella segunda tarde de verano. Se paró a pensar cómo demonios había llegado a aquella situación.
Encendiendo un cigarrillo, contempló por su ventana un paisaje demasiado familiar, cristalizado en sus retinas.

Poco a poco se había vuelto más tupido, menos verde-pardo y más asfaltado y gris. Se preguntó si la solución no estaría en salir de aquella "jaula".
Alguien que cruzaba la carretera por el paso de cebra en ese momento, le recordó a cierta persona que conoció al poco tiempo de llegar a Manderón, Frasco, un señor mayor con el que se cruzaba a diario por la misma carretera y la saludaba cordialmente. Mucho tiempo después se enteraría por su madre de que aquel señor que cada día alargaba más sus saludos y con versaciones con ella era el señor Alcalde de Manderón, aunque a Nora bien poco le importaba aquel dato. Lo que más llamaba su atención era la ternura con que Frasco la miraba y le hablaba siempre, un día y otro día.

Uno de esos dias, en casa, sonó el teléfono. Atendió la llamada doña Laura, la madre de Nora. Preguntaban por su hija, lo que dejó muy sorprendidas a las dos.

-¿Dígamé?... Su madre, prudente ella, le cerró la puerta y se quedó en la cocina preparando café, deseosa de que Nora terminara y le contase quién le había llamado, ¿un amigo, tal vez?, porque la voz era masculina... Estaba segura de que se lo conta
ría, al menos siempre le contaba todas sus cosas. No eran una madre y una hija muy tradicionales; además eran amigas, se apoyaban la una a la otra, compartiendo algo más que la maternidad.

Por fín Nora entró en la cocina al olor del café con un semblante de rareza por aquella llamada. Su madre la miraba expectante y ella le explicó que no sabía por qué pero la llamada resultó ser de Frasco, el Alcalde. Quería verla en el transcurso de la mañana. ¿Para qué?, algo relacionado con un trabajo.No había sido demasiado explícito por teléfono, por si alguien le escuchaba." Se ha enterado de que he terminado el bachillerato y se le ha ocurrido que me podría interesar una plaza en el Ayuntamiento que por lo visto van a solicitar a la mancomunidad".

Doña Laura se alegró mucho por su hija. Hacía una semana que terminara la selectividad y todavía no quería acosarla con preguntas del estilo ¿...y ahora qué...?. Su hija era una buena estudiante que además disfrutaba delante de una mesa abarrotada de libros y papeles. Por otro lado, también sabía que ella era la única que podía elegir su destino; todos los demás sobraban, a lo sumo, podían aconsejar a su pequeña, darle su opinión y de sobra conocía Nora la opinión de todos los que la querían: se merecía lo mejor y tal como estaban las cosas en el mundo, su abuela Dermi, fallecida hacía unos meses, siempre intentaba inculcar a su nieta la idea de que los trabajos del Estado, como ella los llamaba, serían siempre los mejores, porque además Nora valía para sacar cualquier plaza que se propusiera...

Por un momento, las dos, madre e hija, parecían estar escuchando la voz de la sabia anciana sus ojos se humedecieron. Todo lo bonito de esta vida,suele traer consigo algún recuerdo triste, almenos en la vida de Nora siempre era así, una cadena de muchas amarguras,culminadas en una alegría y ráfagas de alegría, que en algún momento son interrumpidas por un dolor intenso que casi no se puede soportar.

El Señor Alcalde y su señoríta súbdita habían quedado para última hora de la mañana, de modo que Nora tomó su caballete y pintó largo rato como a ella más le gustaba, humedecida aún por su albornoz de recién duchada y en la terraza, al aire libre, con esos primeros rayos de sol que parecían iluminarle muchas veces el sendero juvenil, y le ayudaban a madurar sus ideas mientras pintaba, como los frutos de los árboles que están listos para caer al suelo. Así se sentía Nora en aquel momento, realizando aquella explícita actividad, en aquel preciso lugar y a esas horas determinadas. Ella lo llamaba "recargar la batería" y a doña Laura, la verdad es que no le importaba; nunca había obligado a su hija a que le ayudara con las cosas de la casa. Ella tenía su propia teoría...

19 febrero 2010

Diario de una mujer (I)


Aquella noche me acosté y empecé a recurrir al archivo de recuerdos que todos llevamos dentro para construir hoy una especie de “obra maestra”, esta puede serlo, y yo lo se....Sobre todo en cuanto a utilidad.....no ya porque esté bien o mal redactada o expresada, correcta o incorrecta, eso sería lo de menos, siempre podría decir que es mi opinión y bastaría con eso, sino porque puede que personas que lean todo esto en verdad se sirvan de ello para empezar de nuevo, lo que sencillamente intento, es casi el fin último de la Literatura.....-o puede serlo o debiera serlo, porque existe puro placer en leer, cultiva, pero si además sirve para algo.....mucho mejor- ayudar en eso, incluso a mí misma, lo confieso......Empezar de nuevo en la elección de una persona que no vuelva a clavar su estaca en mi corazón, en el tuyo, en el suyo........Me aterra la sola idea del viejo dicho: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra....”, pero si está ahí esa frasecita es por algo.....Debemos mentalizarnos de que no se puede hacer nada o bien poco por evitarlo. Tal vez desterrando ese temor seamos mucho más objetivos y logremos nuestros propósitos finales.....
Sinceramente, no sé lo que es peor: si has sigo desgraciado en una relación anterior la tendencia natural es comparativa esperando mejorar.........Pero cuando has sido feliz en tu relación anterior, la tendencia natural te dice que aquello no lo puedes superar, aunque como mínimo esperas más de lo mismo, mejorando los aspectos en los que alguien o algo se quedaba....”corto”.....Y así, tanto en un caso como en el otro, no se avanza nada.....
Yo no tardé demasiado en decidirme a comprometerme la primera vez , y, supongo, que después, pasado el tiempo, y visto lo visto, lo frágil que es el amor verdadero, el que sólo se vive una vez, para mí , es cuando te dices aquello de.....”si lo pude haber evitado....”. No es cierto, los sentimientos no son estáticos, sino heraclitanos totalmente, de lo contrario un hombre moderno, con aficiones, con diálogo y con un sin fin de virtudes no cambia radicalmente por una simple cuestión, sino que más bien se puede convertir en su pretexto para darle la vuelta a la felicidad reinante.
Existe mucho peligro en cambiar de estatus social en plena vida conyugal, al menos eso fue lo que me sucedió a mí: Mientras ambos tuvimos cierto equilibrio en nuestras ocupaciones, él con sus negocios, yo con él, haciéndole el juego, ....fenomenal, solo existían los típicos celos de....”a ver ese niño, qué te dice, qué te hace....dónde te lleva.....”, pero poco más, yo también le decía a él : “esa rubia que entra no me gusta un pelo ándate con ojo....”, tonterías típicas, yo no me quedaba hasta las cuatro de la mañana a controlar quien entraba y quien salía....Puede que ahí radicara el problema: yo le conocí como un “hombre de la noche”, un caballero, galante, que me invitaba a los Rallyes algunos fines de semana y con el que terminé conviviendo, mientras que cuando nació nuestra hija me encontré con un nuevo trabajo, por fin una plaza en lo que tanto había soñado y para lo que me había preparado durante años casi a escondidas, pero que mientras la aprobé, se amargó, me amargó y dejamos entre los dos que todos los pequeños problemas se hicieran grandes y cada vez más grandes. Ambos cambiamos de actitud ante la vida y ante las circunstancias , luego ya no éramos los mismos. El ya no era mi hombre de la noche y yo ya no era su bailarina personal. El empezó a vivir como un hombre libre y yo como una madre, nada que ver.....desde luego, por eso ahora re-leyendo entre líneas el KAMA SUTRA, encuentro explicación a muchas cosas, demasiadas.......Y la primera es que debo olvidarme de aquella relación por completo: empezó, creció, se alimentó, cambió y murió, sin más. Cada relación que se inicia merece ser tratada como la primera. Si os fijáis, existen relaciones que se inician y como apenas cambia nada de sus vidas, siguen adelante, se molestan un poquito y ganan en el juego del amor.........pero ¡¡¡¡¡¡¡son tan pocas¡¡¡¡¡¡¡. Desde luego merecen nuestra felicitación y mi ánimo porque de todas maneras le den un repaso al KAMA SUTRA, que nunca estará de más. Y en cuanto a las que se deterioran tanto que es necesario volver a empezar, solo un consejo: empezar es empezar, partir de cero –decimos ahora también- sin volver la vista hacia atrás en ningún momento ni en ningún planteamiento.....porque, puede que una mañana de sol, o de niebla, o de nieve.....paseando, corriendo, leyendo, navegando.........topemos con otra persona que no sabe expresarse a sí misma muy bien, o demasiado bien y perdamos la oportunidad de descubrirla simplemente porque algo que ha dicho o hecho nos recuerda cierto error o fallo del pasado....No. Las personas hay que descubrirlas en su total inmensidad. Si te anticipas a pensar que es tal vez algo joven para ti no llegarás a descubrir que puede tener una madurez fuera de lo normal porque está en su interior. Si el envoltorio te gusta menos puedes renunciar a sentirte amada o amado, algo que nunca molesta a nadie, solo que el amor es una llama que se extingue si le falta su alimento, recordadlo bien......Y otro pequeño consejillo, aunque, este es ya mas difícil, es que procuréis hacer vuestra elección dentro de lo que el KAMA SUTRA llama vuestro mismo rango, o sea, una persona de vuestro mismo estrato social y preparación intelectual, ni miréis hacia arriba ni hacia abajo, os puede ahorrar muchos quebraderos de cabeza.....Si ese estatus cambia dentro de la pareja, supongo que será cuestión de hablar mucho, de dejar aflorar nuestra personalidad, nuestras razones, motivaciones.....un poco de campaña “política”......no sé, no tuve ni ganas ni fuerzas para salvar lo poco que quedó de lo mío...
Y os lo dice una persona que se enamoró por primera vez con seis años. Se llamaba Edorta y todavía me acuerdo como si hubiese sucedido ayer.....¡¡¡qué sensaciones....¡¡¡, guauuuuuu. Íbamos juntos al preescolar, en Vizcaya. Después estuve tranquila unos años hasta que en Madrid me volvió a suceder, pero ya con nueve años. Le vi por el cristal de mi casa y noté la flechilla de Cupido.....Este me duró unos cuantos años. Por la misma época fue cuando recibí mi primera carta de amor, que fue cuando me di cuenta de que ellos también sienten y entonces cambié un tanto de actitud y me volví algo más dura, pero poco, muy poco, demasiado poco para mi gusto.
La figura masculina en general, siempre me ha fascinado, yo creo que un poco por la admiración que siento por mi padre, que, a pesar de su forma de ser, el complejo de Edipo ha estado siempre muy vinculado a mí. De hecho, él sabe, y, hoy ya, adultos los dos, lo comentamos a menudo: si yo hubiera sido de otro perfil psicológico, seguramente hoy en día no le quisiera lo que le quiero y le admiro. Me quedé con su lado bueno y olvidé en todo momento los malos ratos que me hizo pasar como padre contándome....ciertas cosas que no se le deben nunca contar a una hija.....pero soy como soy y hoy me alegro por los dos.
Esperé hasta los dieciocho años para empezar a eso que llamamos salir con chicos. El primero se llamaba Andrés, después de Andrés fue Jose Manuel, pero con él no aprobé el curso porque quería que me fuera a Huelva y......no fui capaz.
Después de aquello, un guiño del destino, una especie de broma pesada de alguna mala amiga –digo yo- llenó mi buzón un verano de cartas de chicos que querían conocerme. Todavía no he conseguido averiguar la persona que aprovechando un veraneo publicó un anuncio por mí en la prensa nacional que decía más o menos así: Chica soltera busca pareja. Soy culta, abierta y responsable. Escribidme.....................
El caso es que mi buzón se llenó de cartas y la persona encargada de regar las plantas y recoger el correo........¡¡¡¡¡¡¡¡no daba a vasto¡¡¡¡¡¡¡¡ y llamó asustadísima a mis padres......La que se organizó fue de escándalo......

Aquel año mi familia había cogido las vacaciones en julio de modo que desde el mismo día uno estábamos todos en el apartamento de la playa sin sospechar nadie nada, por supuesto....
Yo, la verdad, hasta los dieciocho años estuve muy vinculada a mi familia. A partir de ahí fue otra historia dado, además los acontecimientos que un verano después me depararía el destino, aunque, esa sería otra historia y ahora estamos con el asunto de como salí del asuntillo morrocotudo por un anuncio de amistad o contacto puesto en prensa....y.....además....¿ por quién...?.
Nunca lo confesó, lo que denotó su falsa confianza en mí, y además incurrió en un fallo típico de las personas que dicen una cosa pero piensan otra bien distinta, normalmente lo contrario: se fue distanciando de mí, y eso hizo que ante mis ojos ella solita se delatara....
Tampoco tenía muchos sitios donde mirar, por aquella época yo sólo tenía un par de amigas íntimas, esas con la que siempre compartes todo e incluso recuerdo el detalle de pedirme mi carné de identidad, del que supuse extraería la fotocopia necesaria para publicar el anuncio y de echar la culpa a mi otra amiga en cuanto le comenté el asunto, muy típico aunque algo tonto también.
Entre las dos nos hacíamos cargo de la biblioteca del Colegio Privado donde cursábamos el acceso a la Universidad, teníamos al señor director en el bolsillo –según todo el mundo opinaba- y además éramos tal para cual.....: Igual de frías, igual de calculadoras, y no sé qué más excentricidades que se opinaba sobre nosotras, que nos partíamos de la risa y no comprendíamos por entonces que estuviera tan mal visto enseñar a pintar al señor director, en su despacho, que yo, pues claro, por eso me la llevaba a ella, entre las dos....no podría tener malos pensamientos.....
Simplemente gané el concurso de tarjetas navideñas de aquel año convocado por el propio Colegio, y, al señor en cuestión, le gustó tanto que me dijo: “¿me darías unas clases en el recreo...o sería mucho pedir...?”, y yo le contesté: “encantada....”. Aquella tontería sacaría de quicio a todo el Colegio, y ya para siempre yo sería ......”la mimada”. Ni pude, ni quise, ni tenía por qué evitarlo.....me encantan los mimos......¿qué le voy a hacer?.
Mi amiga se llamaba Lidia. Tenía los ojos de un azul como no os podéis ni imaginar, un pelo negro y una sonrisa que trastocaba, pero aún así.......yo sabía que tenía celillos de mi dulzura, mis buenas maneras y...sobre todo de mi tipo de vida.....
El final de curso llegaba, lo teníamos encima, pero Lidia no podía faltar cada sábado a una cafetería que le gustaba mucho y donde conoció a Andrés. Yo recuerdo bien que los sábados prefería quedarme en casa a estudiar, de modo que ya tuvimos problemas desde comienzos del curso por aquella decisión por mi parte de salir únicamente los viernes. Yo no lo comprendía: ella iba a estudiar lo mismo que yo, Magisterio, que implicaba un montón de asignaturas, yo ni siquiera tenía garantías de poder seguir estudiando, pero de todas maneras quería rendir lo suficiente en los exámenes porque antes o después encontraría la manera de financiarme los estudios y.....quería un expediente cuanto más brillante, mejor, para seguir la tónica, no se puede obtener sobresalientes durante toda la vida de estudiante y , precisamente en los más valorados para la Carrera obtener un cinquillo pelado....no, hay que ser más o menos regular, además que para mí una tarde – noche rodeada de libros era tan interesante como estar en la disco rodeada de....chicos....Me amanecía igual de feliz con un “tomo” de Arte, Filosofía o Historia, como con un “plomo” de niño terminando la ronda sabadera en la chocolatería más cercana a casa.
Yo fui tardía para salir, lo reconozco, pero fue porque en casa me encontraba a gusto, mientras que normalmente mis amigas se venían a la mía porque en las suyas no encontraban lo que decían ver en la mía: estudiábamos, mamá nos preparaba merienda y refresco, no nos interrumpía con recados ni tonterías, veían, supongo, respeto y complicidad, así que....no tuve necesidad de buscar en la calle nada.....Incluso las compañeras y compañeros que me apreciaban eran bien venidos a mi casa, a mi cuarto, a mi refugio....Si era chico recibía el mismo tratamiento que si era chica, aunque recuerdo que los chicos tenían la costumbre de llamar previamente por teléfono.....curioso...¿no?, como avisando a mi madre, y la verdad es que ésta, o sea, mi madre, le daba igual, confiaba en mí lo suficiente porque sabe que siempre ha podido hacerlo, que siempre se ha enterado por mí de todo, lo bueno y lo malo que ha acontecido a mi vida, y eso es difícil, era muy difícil ese grado de confianza entre madres e hijas cuando yo tenía 16 / 17 años....y presiento que no ha cambiado mucho....por desgracia.
Lidia, sin embargo, ocultaba a su madre hasta la ropa que se pondría para salir –y lo se porque se vestía en la mía, bueno, llegaba vestida, pero se cambiaba en la mía- y, total, como yo decía: ¿para qué...?, si no es que fuera una ropa escandalosa....tampoco....Nos encantaba la ropa negra, larga, pero con aberturas, algo de escote, claro, transparencias.....pero, en invierno el abrigo –generalmente negro también- lo tapaba todo y en verano es que en Madrid o te destapas o mueres en el intento de sobrevivir al calor.....y, ¡¡nos destapábamos¡¡, pero lo justo: pantalón corto, camisetas sin mangas.....en fin, lo que se podía....
Tampoco le contaba nada a su madre, mientras que con la mía, tanto ¡¡ella¡¡, como yo, como ambas a la vez, si se terciaba, hablábamos de todo: de chicos, de sexo, de drogas, de alcohol.....etc....de todo.....
Para compensarla de la pequeña “puñeta” que le debía hacer no saliendo los sábados, le dije que si sus padres la dejaban, ese verano se vendría conmigo a la playa, pero....sus padres no la dejaron. Hasta los míos llamaron a los suyos, pero no hubo manera ni argumentos de convencer a aquel tipo de padres bastante chapados a la antigua pero que, aun lamentablemente, merecían un respeto también.....
Y yo creo que no se lo tomó muy bien. No fue culpa de nadie, a mí el ofrecimiento me salió del corazón. Antes de decírselo a ella se lo comenté a mis padres, se hizo todo lo humanamente posible, pero.......creo que me culpó de la negativa, no se....el caso es que solo pudo ser ella quien publicó un anuncio por mí y yo me encontré en la papeleta de tenerle que explicar a mis padres todas aquellas conclusiones a las que yo había llegado. Por supuesto que me creyeron, no tenían motivos para no hacerlo dado mi exceso de confianza con ellos, así que, me recomendaron que tirara todas las cartas y me olvidara del asunto y, por supuesto de mi......”amiga”.
Con la saca –prestada de Correos- en la mano, mi curiosidad pudo más. Aquel verano, en vez de libros, leería cartas, las cartas que me llevara Elena, la encargada de regarle a mamá las plantas y el jardín y que también fue a veranear a mi pequeño paraíso una quincena después que nosotros....
No las conté, pero más de un centenar de ellas sí que había. La saca, según reflejaba en su timbre impreso era para doscientas cartas y....se llenó..... Había cartas de todas partes de España, incluso algunas en francés y en ingles....
Las fui clasificando por provincias descartando las extranjeras porque, obviamente todavía mi nivel en idiomas no era el óptimo para contestar en el caso de que decidiera hacerlo, que la primera inclinación fue solo leerlas, pero claro, una carta es un pedacito del interior de alguien, del remitente, normalmente, y algunas, la verdad, con toda la sinceridad de que soy capaz: algunas me conquistaron de entrada y merecían, al menos, una respuesta resumen de lo que había sucedido, una explicación al por que nunca recibirían una respuesta al asunto que trataban, dado que yo no buscaba nada, sino que me buscaron algo, me gastaron una broma, una venganza pobre, un susto, un mal rato porque soy –o era- muy tímida y, leyendo, leyendo pude vivir una experiencia totalmente nueva, regalada y rara –la verdad- porque, a pesar de que invertí mi tiempo en explicar contestando algunas de aquellas cartas lo que había sucedido, aún así, muchas de ellas, se conformaban con saber que yo existía, algo que para mí fue novedoso, extraño, pero al tiempo....enriquecedor........Digamos que ciertos chicos volvieron a escribir ya sabiendo lo sucedido y ya por mí. Y aquellas nuevas cartas tenían un denominador común: Me enteré de que se transmitir muy bien y de que además el efecto de lo que yo pueda decir, es completamente inverso a las intenciones que yo pretendo.....Veamos más despacio qué quiere decir esto...