Tasando

No voy a ser capaz o....tal vez sí.
Estás ahí, estático, inerte, altivo, cercano, siempre con la mano tendida, siempre con una sonrisa en los labios y una palabra amable en el dedo y en tu corazón.
En cambio yo...no sé donde estoy, lejos, demasiado lejos de ti y cerca al mismo tiempo porque no importa donde esté te llevo a todas partes conmigo sin vueltas, sin mareos, calmada, reposada y sosegadamente, en silencio y en voz alta, en distancia pero abrigada.
Noto esa mirada que me vigila para ser feliz, para estar seguro de que conseguí alcanzar la luna, una pequeña estrella me acompaña, tú mejor que nadie lo sabes, me alimenta, me da vida pero aún así, tu mirada me acaricia desde lejos y me sonríe desde el ayer a un mañana que no sé ni como es, aunque...¿qué más da como sea si te tengo en parte y para siempre?.
Mis miedos no saben valorar...
Mis triunfos tampoco...
Mi corazón empequeñeció de tanto no, y no y no...
No soy así, tú lo imaginas, mis manos no son grandes, no te acarician. Mis ojos no están cerca, no te ven, mi alma no la conozco, no te siente, no te percibe, no te nota, pero aún así te deseo lo mejor, porque te lo mereces.
Merecer, un cuento que me creí de niña, ahora ya no, ahora solo creo en lo que anhelo y encuentro: la caricia tibia del sol cada mañana, el frescor de la lluvia cuando cae por mi cara, el sosiego de ese alma invisible que me habla y de ti valoro lo mismo que siempre, solo soy yo la diferente, más calmada, relajada.
La primera vez que te sentí, miles de palomas blancas invisibles atropellaron mi alma multi color, ahora sé que fuiste tú sin tan siquiera pretenderlo, ese es para mí tu auténtico valor en tasación.
Pero yo me confundí, resbalé, caí sin querer y no encontré tu mano para levantarme, cosas que pasan, decías, lo sé, no es un reproche porque un alguien invisible acudió sin saber por qué y me preguntó:
-Por qué lloras, María, si no has de llorar?
Si una lágrima tuya que caiga al vacío, se convierte en gota de rocío que moja la cara amiga de quien te mira para soñar...
No llores, niña, por nada en la vida y solo mira el horizonte qué lindo está,
-Gracias amigo, no puedo valorar ni tasar sin pensar.
Una vez más, unidos tres envueltos en dudas y penas pequeñas para alzar una caída vieja que ya no pesa, ni arrastra, ni quema.
Mi carretera ahora es cero y así lo quiero y lo quieres y así lo espero, sentada, cantando, mirando de frente el horizonte amable que un sabio en alguna parte me regala cada noche para recordarme que vales más de lo que nadie sabe, solo yo lo sé.
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