24 abril 2009

Gracias


Se puede, se debe y lo haré dar las gracias a quienes me han permitido ser como soy porque estoy segura de que no es solo asunto mío.
Porque desde niña me dejaba guiar, llevar, orientar, escuchaba, si, recuerdo que escuchaba atentamente a mis mayores, a todos y cada uno de ellos y eran palabras que no caían en saco roto.

Desde niña escuché a mi padre, más bien a mi madre siempre, la primera, y luego a cada maestro, creo que recuerdo a muchos, tal vez demasiados, desde luego tal vez más de los que puedas recordar tú: doña Socorro, doña Juana, doña Flor, don Julio, doña Wenceslada, a la que llamábamos cariñosamente Laly, don Eduardo, don Emilio, don Luis, don Ignacio....tantos y tantas y en el fondo tanto cariño que ahora se torna admiración, porque después, lo que ocurre cuando escuchas desde niña es que aprendes a escucharte a ti misma y así sucedió, y eso te abre la mente y todo fluye como en el río de Heráclito, o en la Caverna de Platón, y todo se torna suave, y se maneja mucho mejor un pensamiento dominado por el modelado de tu psique, que si en bruto lo sueltas tal cual.
Escuchar sirve para colmar la curiosidad, para aprender a preguntar, para saber interpretar lo que se nos dice y sin dejar de ser tú misma llegar a los puertos de tu vida, sin etiquetas, sin garantías, pero nadie las tiene, ya desde que nacemos no sabemos ni lo que nos depara la vida ni lo que duraremos en ella, de modo que conviene vivir cada segundo como único y exclusivo.

GRACIAS, hoy, a todas aquellas personas que de una u otra manera se acercaron a mi y se quedaron conmigo, lejos o cerca, en paz o en inquieta curiosidad, porque todo es solucionable excepto el silencio, por eso a la orilla de este río yo pienso y medito, una costumbre derivada del hábito de ESCUCHAR, un gesto escaso de nuestra extraña y actual sociedad...