24 abril 2009

Primavera...


Si, llegó el invierno, otra vez, si…
Atrás quedó la primavera pero no tan atrás, aún puedo sentirla en mi corazón, en mi mente, en mis sueños y en mis recuerdos, alimento diario de esa parte de mi alegría, tan necesaria para el día tras día, dichosa rutina que sin ser mala nos posa algunas veces una losa que no sabemos muy bien como aliviar.

Es cierto que tengo mi micro mundo, ese que solo a mi me pertenece y me hace feliz, siempre me ha hecho feliz a pesar de todos los pesares, porque la vida es así, con alti bajos, con suaves sacudidas, tormentas y calmas que de una depende poner en orden en su corazón y muchas veces en las entrañas.
Y he aquí mis entrañas, unas entrañas llenas de una dulce primavera que ya jamás me abandonará, no se irá de mi lado, ahora lo sé, estoy segura de ello, por más que intente volver al invierno, total…¿para qué lo quiero?, el invierno es gris y está lleno de viento que me hace daño, de frío que me hace tiritar y me siento mejor envuelta en la brisa y el ligero manto de un cálido sol de primavera, aunque solo sea en mi recuerdo, en mi mente, en esa grata compañía que me despierta cada mañana con un susurro lejano que me dice, ¡arriba!, es la hora de despertar, tu alarma empieza a pitar y de repente asoma una carita pequeña por el otro lado de la cama que me aplasta sin compasión al vaivén de colacao.

Con los ojos pegados aún muchos días, otros no, otros yo despierto primero, antes que la carita, antes que aquel recuerdo, que aquel susurro que procede de detrás del viento, me levanto jugando de buena mañana y envuelta en unas carcajadas que me dan soplos de vida, y abrazos que llegan al fondo de mi alma, y la miro, la contemplo y algo de mí encuentro, un simple gesto, una vocecita amable, un corazón generoso, si, me encuentro, poco pero me encuentro.
Después de vestirse es hora de hacer recados con la visita obligada a un parque gigantesco cubierto de hielo en este frío invierno. Hoy el parque no me parece tan gracioso como antaño porque el resbalón ha sido morrocotudo, una placa de hielo y yo fuimos a encontrarnos y yo había olvidado mis patines de cuchilla en casa, me duele mucho el cóccix, pero bueno, dicen que hay que reirse de uno mismo aunque la primera en reirse fuera una mico de seis años que hoy me las pagará todas juntas porque al salir del poli deportivo empezaré a hacerle cosquillas por todo el camino y no pararé hasta que lleguemos a casa. Esa será mi dulce venganza.

Más tarde siempre habrá papeles sobre mi mesa, unas veces son importantes, otras más todavía aunque simplemente estén coloreados con trazos ingenuos y que me despiertan la sonrisa dormida a cada minuto. Y también es la hora de acordarme de todo lo que debería recordar para el día siguiente: la confirmación de que llegará lo que tanto espero para ayudar a Paula, que ha llegado y me ha revolucionado todo el trabajo del trimestre. No puede ir a un colegio especial pero necesita ayuda especial, es más que evidente, aunque ella solo quiera jugar, los demás lo entienden como una provocación, no me canso de decir que no hay nada más cruel que un niño, arropado en su inocencia, con otros niños pueden llegar a ser tremendos, y me dejan a mi con su carita llena de lágrimas, intentando convencerla de que pronto todo eso cambiará, porque simplemente ha llegado donde tenía que llegar.
La lista de compras y más compras y….por fin, mi remanso de PAZ., es la hora….Me pongo las alas y…………………..

Algun dia me gustaría contarte hasta donde me llevan :)