18 abril 2009

No me llores...


No llores.
No quiero que nadie llore con lo que nace del impulso de mis dedos y que mana de mi corazón partío.

Sé que tampoco sé hacer reír, eso es un arte que yo no tengo, pero no me llores porque me dolerá igual que a ti y se me quitarán las ganas de escribir.
Ya estoy bastante falta de ideas como para que tú me llores, mi niña.

Sí, mi muso me ha abandonado y eso pensé que sería bueno precisamente por eso, porque ya no sería capaz de hacer llorar a nadie. Porque los sentimientos intangibles no volverían a transmitirse a esta pantalla que brilla y mientras golpeo las letras escucha mi corazón repleto de tanto como me dejó sembrado.
Mi muso se ha vuelto humano y yo me alegro y no sabéis cuánto.

Para mí desearía librarme de esta atracción al papel en blanco y poderlo dejar en blanco, centelleante, luminoso, resplandeciente, sin más.
Y sin embargo alguien ha vuelto a llorar cuando yo pensé que eso nunca jamás volvería a suceder.

Ahora lo entiendo, siempre lo supe, solo que me gustaba tanto tener esa imagen mental mientras aporreaba el teclado, pero la vida, una tarde de compras, un encuentro que no esperas.....Todo eso también hace llorar.
Y es porque estás sensible, mi niña, pero piensa que no hay mal que cien años dure. Que todo pasa, que nada permanece y que solo tú misma te tienes para siempre. Eres lo único que puedes y debes hacer que no te falle nunca.

La soledad no es tan mala como se piensa. La soledad nos enseña. La soledad nos reúne con nosotros mismos y nos muestra un camino, una respuesta.
No está mal ser un poco naúfrago de vez en cuando. Aprenderás a quererte y a valorarte sobre todas las cosas para de esa manera ser capaz de entregar algo a los demás.
Quien no ha permanecido a solas un tiempo, ni tan siquiera sabe a ciencia cierta hacia donde va.
Pero tampoco me engaño. Suceden cosas que ya nunca saldrán de tu cabecita y lo importante es saber volver a ellas solo cuando de verdad lo necesites. Pueden ser demasiado prohibidas para volverlas a tomar.

Además nos pueden asustar, sobre todo si han perdido aquello que tú más apreciabas. Como si el sol perdiera su brillo, como si el mar se secara o la luna nunca más volviera a lucir en mitad de la noche.
Es una esencia que nos deja la marca y si resulta que ya no está esa esencia, todo se transforma.

¿La oculta?.
¿Renunció a ella?.

¿Te la niega?.
No puedes saberlo, mi niña. Pero tú sigue siendo tú misma a pesar de los pesares, aunque no tengas valor para decir una palabra.
Muchas veces el silencio dice más que cualquier palabra. Ya sé que eso no es comercial y que no es lo que venimos a hacer al papel en blanco, en él creamos historias. Muchas están cargadas de un fuerte contenido de realidad, otras, magistrales, serán pura fantasía, pero yo siempre me quedaré con las que te llenan los bolsillos de caramelos y de risas.
Yo solo sé abrir mi corazón y todavía no entiendo que se me lea, y menos si vas a llorar, pequeña. Yo solo sé que necesito manejar este teclado y vacíar el pozo de mis frustradas ilusiones, de aquellos planes que se me cayeron por el camino, de aquel sentir que me caló tan hondo, pero te aseguro que si supiera hacerte sonreír sería la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, solo que....con el papel eso e algo que se me resiste. Mi simpatía y mi corazón echan un pulso cada vez que llego aquí y, por lo visto, siempre gana mi corazón, un corazón partío que día tras día lucha por sobrevivir, aunque sea sin.....ti.