Mini cuento imposible...

Sí, Mister Chip fue feliz día tras día con la sola presencia de aquel holograma femenino que le comprendía y ahogaba sus pequeñas punzadas. Eso de ser tan cacho de pan alguna vez cansa y le gustaba poder hablar sin rodeos con Sonia, sin tener que pararse a pensar si le haría o no daño, con naturalidad, con dedicación a sí mismo y si sentía un arrebato de pasión, no encontrar el típico."desde luego, es que solo piensas en lo mismo", y si sentía frío, no un".tápate, si es que vas descamisado".y si notaba alegría, poder llorar aunque fuera un hombre, y si la pena lo ahogaba por un momento, ver un poco de luz después del túnel, una salida.Lo único que lamentaba era no poder abrazar a Sonia, pero ella nunca se quejaba de nada, era como un sacerdote tras su confesionario.Y lo que pasó un día de aquellos que Mister Chip y Sonia departían en su recreo amistosamente fue que el corazoncito de Mister Chip dejó de latir cerca de los 101 años , mientras que Sonia seguía siendo la lozana autómata que desde su videojuego lo observaba y en el último clic del ratón, en el último movimiento del dedo índice de Mr Chip se adhirió una lágrima furtiva que creció y creció hasta que el aparato también...hizo...choff. Y colorín colorado, esta historia se ha terminado.
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