18 abril 2009

Por qué...


Porque no se trata de decir nada a nadie. Porque algunas veces las palabras es verdad que están de más, sobran, estorban, molestan, pueden confundir, pueden provocar, pueden hacer daño o pueden no ser convenientes, no estar a la altura de lo que sucede o no sucede, de lo que una siente o deja de sentir.
En un lugar de......no sé muy bien de donde, hace ya mucho, mucho tiempo vivía una niña soñadora, tímida, encantadora, amable, bondadosa, dulce, reservada....

Su vida se iba construyendo entre la fuerza que da el amor hasta que...un día alguien se acercó a ella, robándole el corazón.
Esta acción, lejos de asustarla ni atormentarla le hizo tomar una fuerza increíble pero por dentro algo iba muriendo lentamente hasta que dejó de estar ahí dentro, donde ella lo necesitaba como el aire para respirar.

Nadie, ni siquiera ella se dio cuenta de que algo faltaba en su interior y un día enfermó pero como necesitaba su fortaleza, siguió adelante, arrastrándose si hacía falta.
En una noche de feroz insomnio, fue donde esta niña ya algo mujer se dio cuenta de su falta...¿esto es lo que me falta? –se preguntó inocentemente-. Parecía como si de vez en cuando, entre los destellos de sus dedos y de sus pupilas, saltaran chispas cuando se dejaba arrastrar por aquella corriente de un mar infinito y absurdo al que ella jamás había prestado mayor importancia.

La situación se agravaba, pero cabezona como no hay ninguna, no le daba la más pequeña de las importancias hasta que....su pequeño corazoncito robado, desde donde quisiera que estuviera, iba enviando sus mensajes a las venas y nervios de nuestra amiga.
Un calor ardiente y tórrido la poseyó sin que pudiera hacer nada por evitarlo y como en un cuento de hadas, un nuevo corazoncito frágil, tierno y algo incompleto, surgió.

El monstruo desapareció, se escondió, dejó de molestar, dejó de perseguir por que aunque ella no le hiciera caso, siempre estaba ahí, acechante, bravo, espabilado, aprovechando cualquier oportunidad para inmiscuirse en su vida.
No, ella nunca, jamás haría algo así. Ella velará sus sueños, deseará su bienestar, arderá en las llamas del deseo pero no volverá a pretender algo que ensucie lo que surgió tan bello.

A menos que el corazón se lo pida, se lo reclame o ....se lo encuentre.
Jamás se comportaría igual, por eso duda, por eso aparece y desaparece, como esas velas de broma que se encienden y se apagan otra vez y una más y nunca puedes dejar de soplar.

Nunca dejará de sentir un soplido suave y lejano, distante y valioso, como un lucero en el alba, como una estrella errante que pasa.
Pero hoy su nuevo y casi invisible corazón, hoy es fuerte y lo resiste.

Nunca dirá ámame. Pero siempre sabrá que te necesita.